A pesar de su efímera existencia y su limitada producción literaria Arturo Borja pudo en sus pocos años de vida dejar una huella inmensa. Su conducta bohemia y su atracción por la muerte no le resto valor a su talento creativo, el cual definió al modernismo literario en Ecuador.
Biografía de Arturo Borja
Arturo Borja, cuyo nombre completo era Arturo Borja Pérez vio la luz en la ciudad de Quito (Ecuador) el 15 de Septiembre de 1892. Provenía de una familia ligada a la nobleza ya que era descendiente en linea directa de Juan de Borja y Enríquez de Luna, Duque de Gandía y Juana de Aragón y Gurrea (nieta del monarca español Fernando II de Aragón) y fue nieto de Rodrigo de Borja, quien ocupó el nombre del Papa Alejandro VI.
Su padre fue Luis Felipe Borja Pérez, quien también fue un personaje ilustre en el país desempeñándose como político, jurista y también escritor. Su madre fue Carmen Amelia Pérez Chiriboga y su hijo Arturo fue el treceavo hijo de una familia de dieciséis vástagos, esto, al parecer provocó que en el hogar familiar, gobernara una férrea disciplina.
Algunos investigadores estiman que el padre de Arturo era obsesivo y siempre estaba pendiente de su trabajo, lo que le llevo a imponer severos horarios y un estricto código de conducta a todos sus hijos, lo que, en particular, acabó reprimiendo el desarrollo de la personalidad de Arturo. Su infancia estuvo marcada por la personalidad de su padre, según los biógrafos del poeta, y aunque su niñez fue tranquila, no fue feliz.
La consecuencia de esa educación represiva fue la propensión del poeta a sufrir depresiones lo cual pudo haber influido en su final repentino y dramático. Muchos biógrafos apuntan a señalar que ello influyó de manera decisiva en el suicidio que acabó con su vida.
Visita a Francia
Así, la severa disciplina a la que fue sometido hizo que creciera en un ambiente muy represor, aumentando su natural tendencia a la depresión. Su personalidad, y, por lo tanto, su temática principal, estuvo muy marcada por la educación recibida de su padre.
Arturo Borja siempre estuvo muy inclinado hacia la poesía y con tan solo quince años ya había escrito sus poemas iniciales. A esa edad se hizo una herida en un ojo con la pluma con la que que escribía. No se conoce como sucedió, pero el caso es que el extremo puntiagudo de esa pluma se le clavó en uno de sus globos oculares.
Para curarse viajó a París, en 1907, junto a su tío Carlos Pérez Quiñónez. Como consecuencia del accidente, Arturo debió llevar una venda negra en el ojo herido durante un año. Esto impactó profundamente su estado de animo ya que apenas era un adolescente. Relatan sus biógrafos, que su actitud era muy variable, pasando de etapas de melancolía y aflicción con otras de energía y sociabilidad.
Tras superar su adolescencia, Arturo, padeció un radical cambio en su persona y se torna una persona mucho más nostálgico, inclusive, esa melancolía lo conduciría a pensar frecuentemente en la muerte. Al poder, mas adelante, superar su abatimiento pudo implicarse en un curso de literatura.
Los Poetas Malditos
Haber realizado ese curso de letras no fue el único provecho que sacó Borja de su pasantía por París. A lo largo del periodo que estuvo allí, el autor pudo contactar con algunos de los escritores más reconocidos de la época, los denominados “Poetas Malditos”: Baudelaire, Verlaine, Samain y Mallarmé. De ellos asimiló parte de su forma de escritura, intensa y nostálgica.
No solo se impregnó de la literatura de esos bardos, sino que igualmente se contagió de su manera de comportarse. Estos autores eran famosos por su estilo de vida bohemia, tomando cantidades considerables de alcohol y otras drogas.
De Vuelta a Ecuador
A los 17 años, Arturo Borja retorno a su Ecuador, específicamente a la capital, Quito. Pareciese que entonces su carácter se había recuperado y los comentarios lo detallan como un joven risueño. Copiando lo que había observado en Francia, creó un grupo literario, atrayendo a su alrededor a una grupo de jóvenes autores.
A su regreso a Ecuador, conformó esa agrupación de jóvenes creadores todos con su misma inclinación por la bohemia y el talento. Entre los de mayor presencia en sus reuniones se hallaban Ernesto Caamaño (con quien había estado en Europa), Humberto Fierro y Medardo Ángel Silva, entre otros. Estos autores no solo eran atraídos por los poetas franceses, sino igualmente por Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez. Su composición poética “Madre Locura” fue redactada durante ese época.
Debemos agregar que el Modernismo fue un corriente literaria que se desplegó entre los años 1880 y 1920 en el área de la poesía y que se reconocería por las novedades que manifestaría en este género: rebeldía e originalidad creativa, elegancia, evolución cosmopolita y reforma en la métrica y en el lengua.
Muerte de su Padre
Una hecho doloroso causó un cambio en la vida que llevaba Arturo Borja. En 1912, su padre murió, heredandolé unos 8000 sucres. Entonces el poeta tomó la decisión de dejar el trabajo formal y solo empeñarse en escribir y hacer las actividades que eran mas de su agrado.
Solo hizo publicaciones eventuales, y se inclinó a llevar una vida bohemia con sus compañeros. En esa época comienza a decir que iba a cometer suicidio apenas el dinero que le habían legado se acabase. Y aunque nadie lo tomó en serio, fue la pista de la patrón que describiría cómo finalizaría sus días.
No obstante, sus biógrafos señalan que, muy posiblemente, Borja inicio el consumo de morfina en esa tiempo, al igual que que sus compañeros Noboa y Caamaño. Antes de obtener su herencia no le era posible comprarla y, luego, al tener capacidad de pago, se transformó en consumidor adicto.
Vida Personal
En lo referente a su vida personal, Arturo Borja inició un noviazgo con Carmen Rosa Sánchez Destruge, definida como una bella guayaquileña por sus coetáneos. Al parecer, los dos se citaban frecuentemente en el cementerio, algo que da señales sobre su carácter. Después del periodo de noviazgo, Arturo Borja y Carmen Sánchez Destruge se casan el día 15 de Octubre de 1912, cuando él ya había alcanzado los 20 años.
Como señal de sus sentimientos, ofrendo algunos poesías a su esposa, como “Por el camino de las quimeras” y “En El Blanco Cementerio”. Se deleitaron en su luna de miel durante algunas semanas en una finca próxima a Guápulo. Tan solo unas semanas a posteriori, el joven poeta se suicida tomando una sobredosis de morfina.
Fallecimiento
Como se ha indicó previamente, ni una de sus amistades o compañeros de la agrupación literaria de Arturo Borja tomo en serio en sus amenazas de suicidarse al momento de acabársele el dinero de la herencia. No obstante, el poeta hablaba en serio. De tal manera que, el 13 de noviembre de 1912, una vez acabada su luna de miel, Arturo Borja ingirió una cantidad excesiva de morfina que le provocó la muerte.
Según lo indican los comentarios de la época, la pareja estaba dispuesta a suicidarse al unisono. Por motivos no conseguidos aun, la esposa de Borja no llegó a realizar su parte y se mantuvo con vida. Entonces, todas las personas de su entorno, incluyendo a su viuda, tuvieron la intención de esconder su suicidio para eludir el escándalo publico. Para ello indicaron que su fallecimiento fue producto de un colapso.
Estilo Creativo
La muerte era una temática común entre los poetas del modernismo y Borja, así como sus compañeros de generación, no se diferenciaron en ello. Muchos de sus poesías exponen un deseo de muerte, exaltando sus rasgos. Ciertos articulistas relacionan ese empeño con un vocablo francés muy común entre los modernistas franceses: “ennui”. Se traduce como “estado de insensibilidad inmovilizadora y de desgano por la vida”. Es sin duda alguna, una descripción que corresponde a la perfección en el proceder de Borja.
Por otra lado, los compañeros de su grupo literario, mas tarde denominados como la Generación Decapitada, se alejan de escribir sobre lo real y solo la insinúan a través de diferentes símbolos. Detallan, usando estos recursos literarios, sensaciones de frustración, desconcierto o hastío. Ejemplo de ello, los críticos indican al poema “Por el Camino de las Quimeras”, del mismo Arturo Borja. En la obra, el poeta asegura que la muerte es el único escape al dolor y al sufrir que experimenta.
Una de las particularidades en el estilo de la obra de Arturo Borja es la armonía de sus creaciones. Hasta para exponer los sentimientos más sombríos y dañinos, como la nostalgia o el hastío, Borja usa un estilo luminoso y armonioso. Para lograr ese efecto, el autor mezcla versos de cadencia y simetría distintos, lo que termina generando efectos extraordinarios y novedosos en contraste a la poesía previa a su época.
Uno de los poesías de Arturo Borja de mayor fama es “Para mí tu recuerdo”. Gran parte de esa fama proviene de la la versión musical que hizo el compositor Miguel Ángel Casares Viteri. Posterior a lo cual, la obra ha sido representada por vocalistas reconocidos como Carlota Jaramillo y Bolívar “El Pollo” Ortiz.
Obras de Arturo Borja
Arturo Borja falleció a la temprana edad de 20 años, motivo por el cual su producción literaria no fue muy extensa, aunque los críticos destacan que lo realizado es prueba suficiente de la calidad del bardo. Se totalizan veintiocho poesías, la mayoría editados después de su muerte en el libro “La Flauta del Onix” y que son reconocidos como ejemplo del modernismo poético del país.
Sus trabajos iniciales exponen un poco de postura optimista, tal y como se puede reconocer en su obra “Idilio Estival”. No obstante, con el tiempo, su redacción va desarrollándose hacia temas más siniestros, con la muerte siendo protagonista. Los comentaristas afirman que las poesías exponen una profunda desesperanza, tanta que llega a convertirse en un deseo de muerte. Destacan como poemas de mayor reconocimiento: “Madre Locura”, “Las Flores del Mal” y “La Flauta del Onix”.
La Flauta de Ónix
Como ya se ha indicado, la prematura muerte de Borja hizo que no legara muchas obras. Mas aun, algunas de ellas estuvieron en riesgo de perderse y de no poder ser del conocimiento del gran público. Por ese motivo, algunas amistades del poeta decidieron tomar cartas en el asunto en 1920, ocho años luego de la muerte de Borja. Nicolás Delgado y Carlos Andrade fueron quienes se embarcaron en la tarea de editar sus poesías en un libro al que denominaron “La Flauta de Ónix”.
Publicado en la Universidad Central del Ecuador, cuyas imprentas utilizaron, el libro contiene poesías como “Primavera Mística y Lunar”, “Visión Lejana”, “Vas Lacrimae”, “Las Flores Lejanas”, e incluye otras más, todas ellas de gran belleza. Añadido a los mismos poemas, el libro se transformó en una pequeña joya debido a sus ilustraciones. Los compañeros del poeta produjeron ellos mismos las ilustraciones que van junto a las 20 composiciones y 8 poesías que constituyen “La flauta de Ónix”
Poemas
Sus poesías más importantes fueron:
- A Lola Guarderas de Cabrera
- A Misteria
- Aria Galante
- Bajo La Tarde
- C. Chaminade
- Dos Viajes
- En El Blanco Cementerio
- Epístola (Borja)
- Era Un Sueño
- Idilio Estival
- Lola, Para Que Cante Yo Todos Tus Tesoros…
- Madre Locura
- Melancolía, Madre Mía
- Memento Musical
- Mi Juventud Se Torna Grave…
- Mujer De Bruma
- Para Mí Tu Recuerdo
- Poemas (Borja)
- Por El Camino De Las Quimeras
- Primavera Mística y Lunar
- Rosa Lírica
- Soñación
- Vas Lacrimae
- Visión Lejana
- Voy A Entrar Al Olvido
Arturo Borja Visión Lejana
En su poesía “Visión Lejana” se halla implícito una melancolía por un amor imposible, o que quizás no quiso tener. Solo es el recuerdo de una mujer que conoció alguna vez pero de la que no supo más. En sus memorias guarda su imagen, y tiene que vivir con la pesadumbre de no haberla conocido, y la nostalgia del que deja ir algo que quiere, pero su recuerdo lo serena, aún sufriendo el suplicio de lo que no pudo ser.
La evocación de aquella mujer, su amor idealista, le lastima y al mismo tiempo le sirve de alivio. Ante la incertidumbre de volverla a ver algún día, no obstante, atesora esa esperanza. Lo considera un amor perdido pero vivo. Fue pasajero el momento de disfrutar su presencia, y eterno el sentimiento que en él nació.
Cuentos
Arturo Borja fue principalmente un creador de poemas y no de narrativa por lo que no publico cuentos de los cuales se tenga registros. De tal manera que su campo de acción literario fue la lírica y no el ensayo.
Otras Producciones de Arturo Borja
Poniendo de lado su matiz bohemio, Borja trató de contraer mayores responsabilidades. Para tal fin, asumió conducir la hoja literaria del rotativo La Prensa. Este periódico, muy inclinado a posiciones políticas revolucionarias, dedicaba mucha cuidado a la gramática. Los diferencias entre Arturo y un articulista literario por esa temática, terminaron por agotar al joven.
Sumado a su obra poética, Arturo Borja fue el creador de una relevante traducción de “Les Chants de Maldoror”, del Conde de Lautréamont. Debido a su entendimiento del francés, pudo difundir su versión en las cuartillas de “Letras” en 1910.
Generación Decapitada
Dada su acentuada identificación con los “poetas malditos” Baudelaire y Verlaine (franceses), el literato Raúl Andrade apodó al grupo de poetas modernistas ecuatorianos como la Generación Decapitada. Conformado por Arturo Borja y Humberto Fierro (quiteños) y Medardo Angel Silva y Ernesto Noboa y Caamaño (guayaquileños), Andrade aducía para la escogencia de ese titulo: “aludiendo simbólicamente el hecho criminal de su automatización consciente a través de las lecturas exóticas, la bohemia y los estupefacientes que les fue pasión caracterizante en la corta existencia que llevaron”.
A los autores indicados anteriormente hay que agregar los de Alfonso Moreno Mora (Nativo de Cuenca) y José María Egas (Nativo de Manabi), que no cedieron ante esos nocivos influjos, pero quienes conformaron ese destacado grupo precursor del modernismo en Ecuador. Borja es tenido como uno de los pioneros del modernismo en Ecuador a pesar de esa poca producción y, unido a los otros integrantes de la Generación Decapitada, brindaron al país un novedoso estilo de hacer poesía, reconocido por su estilo y su temática.
Trágica casualidad, todos los miembros de la Generación Decapitada cometen suicidio entre los 20 y 30 años. El singular nombre del grupo está relacionado al hecho que sus componentes tuvieron una muerte prematura y violenta, ya que todos finalizaron su vida mediante el suicidio, cuando apenas comenzaban a experimentar la adultez y sus carreras emergían.
El titulo “generación decapitada” apareció mucho después de la muerte de los cuatro poetas. A mediados del siglo XX, comentaristas y periodistas literarios hallaron similitudes entre los trabajos de los autores, reuniéndolos dentro de una misma vertiente artística.
Tanto Arturo Borja como sus otros tres colegas eran de familias de clase pudiente. Su poesía se reconoce por plasmar el cansancio existencial, la incertidumbre eterna, los amores desdichados y la confusión de la sociedad. Esta postura tuvo su equivalencia en el estilo de vida de los poetas. Se priorizaba una conducta introvertida, seguida de un alta ingesta de drogas. Era, en pocas palabras, un modo de enfrentarse y repudiar una sociedad considerada insensible.
Influencias de la generación decapitada
El gran bardo Rubén Darío, es considerado como quien mas influjo produjo sobre este bastión de estos hombres de letras. El nativo de Nicaragua, quien es tenido como el padre del movimiento modernista en la literatura latinoamericana, fue el disparador que encendió los fuegos de las letras en las almas de estos cuatro creadores.
Agregado al importante aporte hispanoamericano, el influjo europeo no estuvo ausente. En las tertulias del grupo era frecuente recitar a los reconocidos “poetas malditos”: Víctor Hugo, Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire y Paul Verlaine. La élite francesa de la poesía era de particular relevancia para ellos.
Dos cosas destacables que tuvieron un gran influjo en la vida de estos hombres fueron el desafecto y el exceso del opio. Esta potente mezcla provocaba vacíos literarios sin fondo en los que sus letras surgían continuamente, dándole forma a su poesía. Al leerlas, se podía sentir un soplo cargado de pereza, de aflicción crónica.
Representantes y sus obras
El grupo de compañeros de Arturo Borja en la Generación Decapitada también tuvo aportes significativos a la literatura modernista ecuatoriana.
Medardo Ángel Silva
Originario de Guayaquil, nació el 8 de Junio de 1898. El provenir de un extracto popular le provocó una sensación propia de repudio y humillación, aunque poseía un capacidad notable para las letras. Por limitaciones económicas debió prescindir de sus estudios en el Colegio Vicente Rocafuerte. Eso no evito que continuara escribiendo y que su poesía, a tan precoz edad, tuviese reconocimiento tanto nacional como internacional.
Para apoyarse y auxiliar a su familia, comenzó a laborar en una imprenta. Al ejercer su trabajo allí se le permitió, en 1918, la edición de su primer y único texto de poemas: “El árbol del bien y el mal”. Un año después de esta publicación, el poeta adoptó la inhumana decisión de terminar con su vida justo a la vista de su amada. Lo refieren como un amor sin correspondencia. Sus poemas están dotados de ese aire nostálgico y con una gran erudición para su joven edad.
Ernesto Noboa y Caamaño
Nacido en 1891 en Guayaquil, Ernesto disfrutó de una situación adinerada desde la cuna. Pudo leer desde pequeño las obras de los poetas malditos y pudo desarrollar una poesía delicada, no vista previamente en Ecuador. Se le veía con frecuencia en las noches de bohemia, consumiendo opio, declamando poesías propias y de los mejores de Europa y América. Poseía una emotividad desenfrenada que se vio incrementada tras su viaje al Viejo Continente a converger con parte elemental de las raíces de sus letras.
Su vida no fue tan llevadera al ser adinerado, como supondrían muchos. Sufrió momentos de neurosis que le llevaban a ingerir morfina para poder tranquilizarse. Editó su libro “Romanza de las Horas” en 1922, recibiendo por ello gran reconocimiento, pero ello no fue suficiente y le esperaba el mismo destino de los decapitados cinco años después. Para entonces, 1927, cometió suicidio, cediendo un legado literario sin medida al modernismo de Latinoamérica y a la poesía de Ecuador. (Ver también Culturas del Ecuador)
Humberto Fierro
Proveniente de una familia de la aristocracia ecuatoriana de Quito, Humberto nació allí en 1890. Obtuvo temprana relación con la poesía debido a los libros de la biblioteca de la familia, allí quedó enganchado de las letras por toda su vida. Se sabe que tuvo notable influencia de los poetas emblemáticos y parnasianos franceses, cuyos libros devoraba ya que sus poemas era puros y de lenguaje simple.
Fue gran amigo de Arturo Borja y fue este quien lo persuadió de editar su primer libro “El laúd del Valle”, lo cual hizo en 1929, siendo esta su obra de mayor significancia. Tan solo 10 años tras publicar ese libro murió, después de lo cual se editó su otro libro: “Velada Palatina”. Aún quedan dudas sobre si se suicidó o fue un accidente, solo la certeza de que el último de los decapitados partió en 1939. Con él se despidió el último respiro de quienes, sin quererlo quizás, marcaron la historia literaria de un país.
Los Modernistas Ecuatorianos
Los modernistas ecuatorianos sabían lo que con tanta notoriedad se había logrado bajo la actitud conductora de Ruben Darío, en todo el continente. Pero entendían igualmente a los representantes de las tendencias francesas, emblemáticas y parnasianista particularmente. Adicionalmente, en el Ecuador mismo ya tenían a un antecesor, Francisco Fálquez Ampuero, buen escultor del marmóreo verso parnasiano.
Y dos integrantes de la generación estuvieron por Europa con un delicado don de percepción: Arturo Borja y Ernesto Noboa Caamaño. Absorbieron entonces de modo directo manifestaciones poéticas de aquellos movimientos y la manera inadaptada, achacosa, de algunos de sus creadores. Ello les transmitió semejanza con los grupos modernistas que recién habían desistido en otros países de Hispanoamérica. Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Samain, Laforgue eran nombres que se alegaron de modo familiar entre los poetas de esa casta ecuatoriana.
La distinción en la frase poética, el embrujo musical, el trémolo de los cariños desafortunados, el ansia de largarse hacia horizontes no conocidos, un cansancio prematuro de todo, les hizo corresponder en sus gustos de poetas y aun en sus rumbos humanos. Ocurrió entre ellos una clara fusión generacional. De allí que el que valora al Modernismo en el Ecuador tiene que estimar de manera ineludible a sus cuatro autores emblemáticos: Arturo Borja, Ernesto Noboa Caamaño, Humberto Fierro y Medardo Ángel Silva.
Fueron coincidentes hasta en su infortunio personal: los cuatro fallecieron jóvenes, y tanto Borja como Silva, se suicidaron antes de alcanzar sus veintiún años. La prontitud de esas vidas, el ambiente de bohemia en que se exterminaron y la indiferencia hacia el prestigio literario confabularon sin duda contra la integridad y prolongación de la obra que estos modernistas del Ecuador habrían creado.
Arturo Borja tenia una autentica naturaleza de literato, evidente en tres o cuatro de sus mejores poesías, pero sin alcanzar el desarrollo merecido. Humberto Fierro adoró la recopilación, el verso afanosamente imaginado, que brilla en ciertas declaraciones afortunadas pero expone la imitación y la rigidez en otras. Le falto la excitación poética de sus compañeros.
Medardo Ángel Silva fue el que mejor impactó la fibra popular, el de mayor ambición de todos. Se le admitían facultades de genio. Hizo poesias admirables, pero frecuentemente caía igualmente en la creación vulgar, a causa de la prisa y la excesiva mocedad. El más integro de la generación fue Ernesto Noboa Caamaño. Dispuso como ninguno de recursos para el verso, siendo el más uniforme, el que mejor se adaptó al Modernismo hispanoamericano. Y aun es considerado como uno de los poetas líricos más distinguidos del Ecuador.
Huella literaria imborrable
Hay fibras delicadas que nos enlazan, hilos que no sentimos pero que nos atan a los sucesos y las cosas. Los poetas decapitados tenían sus existencias entretejidas a dos elementos habituales: la infortunio y la relevancia. La generación decapitada vino a difundir su vida poética a Ecuador en estrofas de sentimiento verdadero. Cuando nadie arriesgaba nada por la poética latinoamericana, estos hombres se entregaron plenamente para hacer presencia con sus letras.