El Poeta coronado, así se conoce a Numa Pompilio Llona quien con su poesía apasionada y alegre pero a veces misera y sombría devino en uno de los bardos mas reconocidos de Ecuador. Su origen noble parecía augurarle una vida plena de experiencias y grandiosidades como efectivamente sucedió.
Biografía de Numa Pompilio Llona
Nacido el 5 de marzo de 1832 en Guayaquil y bautizado con el nombre de Manuel Pompilio. Posteriormente adoptaría el de Numa Pompilio, más de acuerdo a sus anhelos de grandeza. Fue, como poeta ecuatoriano, uno de los más eminentes exponentes del paso del romanticismo al modernismo.
Vida Familiar
Fue nieto del nobiliario Hidalgo Don Manuel de Llona y Arechaga, oriundo del país vasco, quien arribó en 1790 a Guayaquil proveniente de Bilbao, designado por el Rey Carlos IV para encargarse del puesto de Alcalde Ordinario de la ciudad.
Su padre Dr. Manuel Leocadio de Llona y Rivera, honorable abogado, hostigado en 1.818 por el Gobernador Mendiburo por sus ideales, manifestaciones y posturas patriotas. Don Manuel fue Prócer de la Independencia y signatario del Acta del 9 de octubre de 1820, Intendente Municipal de Guayaquil y activista de la causa bolivariana.
En 1.822, hizo bajar la bandera bicolor de Guayaquil Emancipada del atracadero de la ciudad para elevar el tricolor colombiano. Este proceder le atrajo la perenne antipatía de los personajes conservadores de la ciudad que nunca le toleraron tal afrenta. Su madre Mercedes Echeverri Llados, de la aristocracia de Cali en Colombia, hija del ilustre Echeverri, azotado por los españoles por esconder en su casa a su amigo Darío Micolta, valiente caudillo subversivo colombiano.
Transcurrido el año 1822, el Dr. Manuel Leocadio de Llona y Rivera experimentó el aislamiento social provocado por su accionar político. Esto tuvo influencia para que en 1828 se separara de su cónyuge Antonia de Marcos y Crespo y su hijo Antonio. Se refugió luego en el amor de la hermosa Mercedes, quien pasaba por Guayaquil, haciéndole compañía a su padre quien era militar colombiano.
Con ella convivió en su casa de las calles Chile y Luque, donde vieron la luz varios de sus descendientes, entre ellos Numa Pompilio. Dado que el descaro social era mayúsculo, la familia Llona y Echeverri se trasladó a Cali en 1836 y se estableció en el valle del Salado. Allí los Echeverri poseían una finca donde el poeta vivió su adolescencia y que rememoraba el lugar con cariño citándola como Mi Arcadia en su Odisea del Alma.
Numa Pompilio en sus adultez tenía estatura promedio, de actuar un poco nervioso, cuerpo atlético, pelo canoso, nariz con buena formación y abundantes bigotes. Su estilo destacaba por su elegancia y distinción. Con las mujeres era extremadamente cortés, enamorado esposo en sus dos matrimonios, dedicándoles a ambas señoras apasionados y numerosos versos.
El equipo de redacción del “Diario del Pueblo” difundió el plan de su coronación. Hecho que se produjo, con las solemnidad típica de estos eventos, en los espacios de la Sociedad Filantrópica el 10 de Octubre de 1907, y ejecutado por la poetisa Dolores Sucre y Lavayen, prima de su esposa.
Luego de varios meses, acosado por alguna urgencia económica, hipotecó su corona de oro la cual después extravió. Esta reapareció en la década de los 30 en la oportunidad que el señor Leonardo Hernández Mogner la donó a la Universidad de Guayaquil.
Sus últimos años los dedicó a mantener Juegos Florales. Era un viejo de patriarcal apariencia, de compostura respetable, de complexión fuerte que sugería un origen insigne en sus años de plenitud. Su mirada aguda y viva, con barba plateada hasta el pecho, cabello platinado copioso y recio, torcido ya con esa joroba senil, inclinaba su cuerpo a la izquierda al andar, de modo suave y ágil con apoyo en un grueso bastón en su mano derecha. Su peculiaridad más notoria era su gruesa capa gris la cual le resguardaba del frío de la ancianidad. Murió el 5 de Abril de 1907 en Guayaquil.
Educación
El joven Numa Pompilio hizo sus estudios primarios en el Colegio de Santa Librada de Cali, lugar donde compuso a sus once años una poesía en respeto de Asunción Delgado, joven de catorce que le infundió afecto. Su padre igualmente redactaba en cantidad y calidad, y un primo no tan próximo, Juan Abel Echeverría y Llona devino en poeta en Ambato, de allí se se deduce que la cualidad poética les provenía de los Llona.
Con sus padres y hermanos se traslada a Lima en 1846. Allí experimentó la aflicción de perder dos hermanos y una hermana pequeños, fallecidos en su infancia. Se incorporó al Real Convictorio de San Carlos y se recibió de abogado en 1852. En su época estudiantil formó parte de la bohemia poética de Lima y por una poesía erótica que editó en un periódico con el titular de “Libertinaje” fue inculpado. Las ediciones del impreso se recolectaron y su nombre se hizo popular en todo el territorio peruano.
Matrimonio
En 1864 contrajo nupcias con la hermosa Enriqueta Marchena y Bentín, nativa de Loja y con residencia en Lima, sobrina nieta del novelista y poeta del Ecuador Miguel Riofrío, quien fue desterrado del régimen Garciano por sus ideales liberales. Ella igualmente se dedicaba a las bellas letras, componía poemas y declamaba con su bella voz.
En 1880 de nuevo se casó, en esta oportunidad lo realizó con la notable poetisa peruana Lastenia Larrivia y Negrón, igualmente viuda, con quien procreó un hijo al que llamaron Pablo Emilio.
Vida Literaria
Su obra lírica es una de las más valiosas, productivas y más esmeradamente trabajadas entre los bardos ecuatorianos del siglo XIX. De sus más relevantes composiciones, que comprenden varias épocas y estilos, se destacan: “Cien Sonetos Nuevos”, “Interrogaciones”, “Himnos, Dianas y Elegías” y muchas otras de particular belleza que están agrupadas en una pieza llamada “Clamores del Occidente”.
En admiración y reconocimiento a su espléndida labor, el ilustre vate fue ceremoniosamente entronizado en Guayaquil, el 10 de octubre de 1904, y fue competencia de la honorable matrona y también poetisa guayaquileña, doña Dolores Sucre, emplazar en las sienes del admirado poeta una Corona de Laureles Dorados.
En Perú y Europa
En 1853 se encargó de la asignatura de Estética y Literatura General de la Universidad de San Marcos exhibiendo extensa sabiduría sobre los clásicos griegos y latinos y acerca de las más significativas personajes de la cristiandad. Durante ese tiempo se relacionaba también con el periodismo. De 1854 a 1859 fue jefe de redacción y literario del diario “El Comercio” de Lima, pionero del periodismo peruano.
Su labor de redacción la ejecutaba con esa brillante pléyade poética constituida por Fernando Velarde, Luis y José Arnaldo Márquez y Manuel Adolfo García, a la que se sumaron Clemente Althaus y Juan de Arona, Carlos Augusto Salaverry, Luis Benjamín Cisneros, de Venezuela José Vicente Camacho, Ricardo Palma. De esa temporada proviene su reconocida “Oda al General Necochea y a América”.
En 1.870 había editado en Ginebra “Nuevas poesías y escritos en prosa” y fué elegido integrante de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. En 1872 editó en Pisa “Noche de dolor en las montañas”. En 1873 murió precozmente su esposa. El 1874 retornó con sus hijos a Lima.
El 30 de marzo de 1876 y por causa de la visita de la ilustre escritora española Baronesa de Wilson, expuso en el Club Literario de Lima su postrera producción titulada “La Odisea del alma”. Esta poesía lírica que avivó fervor apasionado, hizo levantarse en pie al abundante público en varias oportunidades y hubo reiteradas salvas de aplausos.
Al terminar, el declamador fue llevado triunfalmente a su casa y al próximo día los periódicos incluyeron su composición. Esta fue replicada en los más reconocidos diarios del continente como ejemplo de buen hablar y con ardorosas alabanzas. En algunos meses brotaron tres ediciones e inclusive llegó a decirse: “Antes que Olmedo y Llona, nadie”.
Hernán Rodríguez Castelo escribió “La Odisea del alma está a mitad de camino entre el neoclasicismo de Olmedo y el romanticismo del Ecuador. Sus versos bien elaborados, con exuberancia descriptiva y resonancia verbal que evocan las de Olmedo. Es el retorno del alma a las grandiosas tareas a las que parece ser solicitada”.
“Ese regreso, esa asunción, está regida por la figura de los carruajes que se miden en el circo, primera ilustración hermosa y excitante, pindárica o mejor dicho homérica, ya que descubre el canturreo. Llona, al estrenar su trayectoria lírica, la imagina como una lucha con los conspicuos poetas de su tiempo. Craso error es desear adaptarlo a un gozo que ha evolucionado tanto”.
Numa Pompilio, para 1880, estaba limitado de dinero ya que había invertido sus restantes capitales en exponer la primera sección de los “Clamores de Occidente”, conformada por mas de cien sonetos denominados “De la penumbra a la luz” y algunos poemas amatorios variados. Y en editar en 1881 la segunda sección, en dos tomos, contentiva de Poemas íntimos y Filosóficos y en 1882 la tercera sección con “Himnos, Dianas y Elegías” con sonetos variados, poemas patrióticos y religiosos que consagró al Perú.
La mayoría de estos textos se acabaron prontamente y más ediciones sustituyeron a las primeras, tanto así que se ha afirmado que no existía poeta americano en su tiempo con tal nivel de producción. Llona ascendió al pináculo de su fama lírica en América, recibía reconocimientos de todas las naciones y los más destacados bardos le consagraban versos. De Argentina Rafael Obligado le ofrendó ardoroso homenaje de gloria:
Resuena el magnífico concierto
de tu espléndida tierra ecuatoriana,
allí donde al ceñir el Chimborazo
baja el sol de los Incas en guirnaldaSalve, cóndor, audaz del pensamiento
Dígnate descender hasta mi estancia:
¡Que yo toque contigo las estrellas.
aunque ruede después bajo tus alas¡
En 1881 vio la luz la tercera publicación de “La Odisea del alma” en 27 páginas, la cual tuvo comentarios del literato alemán Robert Marlon. En esos quehaceres invirtió tres años hasta que a finales de 1.883 pudo alcanzar su planeado retorno a Guayaquil tras la captura de la urbe por los Restauradores y Regeneradores. Volvía al Ecuador “para que diferentes bardos acogieran la instrucción del ideario que por mucho tiempo y por escabroso camino han traído hasta aquí mis debilitadas manos”.
Retorno al Ecuador
Todo el país y su comunidad intelectual en particular se estremecieron. Luis Cordero de Cuenca le recriminó su extensa ausencia. ¡Ha retornado finalmente el mayor poeta de la nación! El Jefe General del Guayas, Pedro Carbo, le ofreció inmediatamente el título de Rector en la Universidad de Guayaquil, que Llona admitió, rehusando la rectoría de la Universidad de Popayán y la Subsecretaría del Ministerio de Interior y Relaciones Exteriores del Ecuador que le propusieron al mismo momento.
Ese año publicó en Guayaquil once sonetos llamados “Páginas de la Restauración”. Fue asignado como Director Nacional de la Escuela de Artes y Oficios de Quito ya que la rectoría de la Universidad de Guayaquil era un cargo honorario debido a su reciente formación. En los diarios apareció su disertación “Ante la estatua de Rocafuerte” y diversos sonetos. Igualmente se exhibió su modesto ejemplar de sonetos brindados al II Centenario del fallecimiento de Pedro Calderón de la Barca, que prometió a su amigo Manuel Tamayo y Baus.
A finales del 1883, se encargó de la dirección del periódico “Los principios”, creado por Angel Polibio Chávez con motivo de la captura de Quito. Llona le otorgó estilo típicamente literario pero no apareció más desde el 21 de Mayo de 1.884 al carecer de imprenta. La imprenta que le servía tuvo como prioridad la publicación de la serie de leyes aprobadas en 1.883.
Algunos meses después fue el presidente de la delegación ecuatoriana que fue a Colombia, adonde se trasladó acompañado de su esposa y asistentes. Su primera visita fue a su adorada Arcadia, próxima a Cali, donde fue recibido triunfalmente por amigos y parientes sorprendiéndose por el deleite con que sus obras eran ojeadas y memorizadas.
Este fue, quizás, el instante más placentero de su vida, ya que todos sus sacrificios y desvelos fueron pródigamente recompensados por tan espléndida recepción. Luego se instaló en Bogotá y en 1.886 retornó a Guayaquil y se encargó del rectorado del Colegio San Vicente del Guayas por un período de cuatro años.
De 1887 a 1888 alquiló y condujo el periódico trisemanal “Los Andes” asignándole un estilo literario. El año 1888 publicó “El amor Supremo”. El 1889 se destacó por sus arremetidas contra los conservadores. Redactó variados sonetos políticos con el apodo de “Regulo” y contribuyó en “El Nacional” y “El Globo”.Para la fecha los católicos se catalogaban como “Católicos Republicanos”.
En 1891 dio permiso a la Editorial Garnier Hnos. de París, para la publicación de una serie de sus poemas líricos en la “Biblioteca Poética” de vasta difusión en España y América Latina. El ejemplar vio la luz en 1893 bajo el rótulo de “La Estela de una Vida” con hermosa impresión de su rostro, Notas biográficas, Comentarios e Indice.
La pieza se erigió como un éxito de publicación y cimentó mucho más su reconocimiento internacional. En 1894 publicó “En la muerte de mi ilustre amigo el gran repúblico y filósofo poeta Dr. Rafael Núñez” con poemas e índices. Al momento del Gran Incendio en 1896 salió de Guayaquil abandonando todos sus bienes.
Para finales del siglo residía en Lima y redactó uno de los tres volúmenes de la serie que el gobierno peruano edito acerca de la Guerra del Pacífico. En el año 1900 de vuelta a Guayaquil encabezó la Dirección de Estadísticas de la Aduana, tras lo cual fue a Portoviejo como director del Colegio Olmedo y Jurado de Cuentas en Manta.
Su hijastra Lastenia de la Jara Larriva, para la fecha, contrajo nupcias con Ulises Cevallos Bowen en preciosa celebración campestre animada por cuantiosos brindis con declamaciones en verso. Para 1904, de nuevo en Guayaquil, colaboró en el diario “La Nación” y enfrentó una acentuada pobreza. Un amigo, Juan Antonio Alminate, le traspasó la dirección de la Biblioteca Municipal en su apoyo. El Concejo Cantonal le redujó la paga de 200 sucres al mes a solo 150 y en su familia eran diez personas.
En 1905 el gobierno del Presidente Lizardo García le concedió una pensión de doscientos sucres al mes. Vivía en una modesta casa de un piso, de madera donde se congregaban juveniles poetas a parlotear: Joaquín y Emilio Gallegos del Campo, Tomás Ampuero, Luis Vernaza, Miguel Lima, Vicente Paz Ayora, Flavio Ortiz Navarro, León Benigno Palacios, Modesto Chávez Franco, teniendo de anfitrión a su hijo Alvaro Llona Marchena igualmente poeta.
Vida Pública
Entre los años 1860 y 1862 desempeñó labores en el Consulado General del Perú en Madrid, París y Roma donde halló la ocasión de relacionarse con reconocidos literatos como Victor Hugo, George Sand, Alphonse Lamartine. En 1864 fue nombrado Secretario del Congreso Americano convocado en Lima con el fin de rechazar la agresión española al litoral peruano y redactó la poesía lírica “La toma de las islas de Chincha”.
Esta fue posteriormente incluida en “Los Clamores de Occidente”, donde se avizora una potente inspiración poética, concluyente en sus estrofas, vigoroso en su versos, aunque de musicalidad irregular. “Por el excedente caudal de pensamientos y figuras que se ofrendan en desorden a su imaginación” según decir de Marcelino Menéndez y Pelayo.
De 1864 a 1866 laboró en el Consulado General del Perú en Roma y fue designado para dirigir en Francia e Italia la edificación de las estatuas reminiscentes a los heroicos protectores del Callao ante el alevoso asalto del escuadrón español del Almirante Casto Méndez Núñez.
En 1865 sacó partido de su estadía en París para editar “Cantos Americanos” en la prensa de A. Bouidier y Cia. En esas tareas consumió su patrimonio materno y parte del capital que manera generosa le aportó su hermano Emiliano, adinerado minero e integrante del sistema mercantil y bancario de Lima.
Luego de inaugurado la escultura en el Callao, se le tuvo como el más notorio en América y el Congreso del Perú reconoció su sacrificio de siete años otorgándole una medalla, la credencial de ciudadano del Perú de nacimiento. Igualmente que se le reconozca como diplomático de carrera y treinta mil soles como retribución por sus trámites en Europa, ya que únicamente se le había otorgado mil novecientos veinte soles al año desde 1.863.
El gobierno peruano lo designó en 1880 integrante del Consejo de Instrucción Superior y Director del Instituto de Bellas Artes, Letras y Monumentos, pero ya que la contienda con Chile le había ocasionado severos daños económicos optó por retornar a Guayaquil, su tierra nativa. Igualmente es cierto que a causa de la invasión de Chile, su hermano Emiliano se había asentado en Cali y protegía el patrimonio materno.
Dos años después retornó a Guayaquil repleto de distinciones y merecimientos. En ocasión de ello, la Academia Ecuatoriana de la Lengua lo designó Miembro de Número, y el Gobierno de la nación le encargó significativas posiciones públicas. Fue nombrado Rector de la Universidad de Guayaquil, en ese mismo año, ocupación desde la cual, con intelecto y decisión, propulsó el desarrollo educativo no sólo de la juventud de Guayaquil, sino de todo el Ecuador.
Desempeñó adicionalmente una significativa agenda cultural como profesor de letras de varios colegios porteños. Actuó como profesor y Director de la Escuela de Bellas Artes y como Rector del Colegio Vicente Rocafuerte.
Análisis Literario de Numa Pompilio Llona
Su poesía fue lastimosa como concernía a un apasionado, plena de aflicciones, de remembranzas de un pasado extrañado y alegre, de un presente desesperanzado y de un pavor al futuro avizoraba misero y sombrío. Creyente en una dios cruel y vengativo, su fidelidad religiosa era extensa y vaga, inmateriales sus padecimientos, lo cual concedió a su poesía evidente grandiosidad. “Tuvo fe en el destino del ser humano, adoró a la naturaleza y se apesadumbró frente a Dios”.
Se han expresado igualmente de él “que tuvo una prosperidad perenne, producto de una alma única, gráfica en decires y sentires” y de enorme inspiración; por eso regaló su rimbombancia en exceso, en narraciones superiores y en espacios filosóficos rebosantes, siempre decorados con innovación y brillantez, como era la vestimenta de su alma triunfante”.
La temática filosófica de sus poesías disfrutó de gran aprobación en el postrer tercio del siglo XIX, período en que se aclamaba a poetas como los españoles Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce, cuyas realizaciones igualmente serían desdeñadas con el apogeo del modernismo.
“Parnasiano que cuidó el verso con pericia, en piezas esmeradamente esculpidas que destacan entre las sobresalientes de su género. Poesías gráficas, otras líricas, con fortaleza y acentuación como muestras de vida y armonía extraordinarias” (Franklin y Leonardo Barriga López – Diccionario de la Literatura Ecuatoriana).
Obras de Numa Pompilio Llona
Entre sus piezas literarias se reconocen variados temas sobre los eventos y situaciones de la vida. Redactó sobre temáticas religiosas y patrióticas, estéticas y filosóficas. Así como indagaba en temas lo hacia en posibles lectores. No hay un escrito suyo que no esté consagrado a una personalidad o a un pueblo.
- Cien sonetos nuevos
- Interrogaciones
- Amor supremo
- Himnos, dianas y elegías patrióticas y religiosas
- De la penumbra a la luz
- Cantos americanos
- Nuevas poesías
- Artículos en rosa
- Noches de dolor en las montañas
- Canto a la vida
- Odisea del alma
- Clamores de Occidente
- El gran enigma
- Noche de dolor en las montañas
- Grandeza moral
- La bandera del Ecuador
Poemas
- A Don Fernando Velarde
- Desde mi estancia
- Desolación. El poeta y el siglo
- Noche de dolor en las montañas
Sonetos
- Doce años después
- Los arqueros negros (1832)
La Bandera del Ecuador
La poesía “La Bandera del Ecuador“, es un poema de versos consonantes, ya que, al término de cada verso corresponden exactamente todas las sílabas acentuadas. La armonía de una poesía va de forma directa enlazada a la medida de las sílabas en el poema y con el acento de las vocablos.
Entre las medidas más usuales se encuentran las de ocho y la de once sílabas, las de mayor fortaleza en el poema se refieren como sílabas fuertes. Otro elemento que tiene influjo es el método de versificación, a través de cual se ajustan los acentos fuertes de modo tal que se provoque música por medio de los versos al ser ojeados.
Al exponer la poesía “La Bandera del Ecuador” a este examen la medida adecuada a este verso es de ocho sílabas, sus vocales fuertes, lo que ayuda a que su armonía sea significativa, a causa a la elevada creación de sinalefas que este poesía tiene.
Flota orgullosa, espléndida y galana
y ondula entre las ráfagas ligera,
¡oh de mi patria tricolor bandera!
«Iris listado de oro, azul y grana».El alma al verte se alboroza, ufana,
y el pecho sus latidos acelera,
como al brillar el iris en la esfera,
o el prisma de arrebol de la mañana.¡Recuerdo de una Ilíada de titanes!
¡De mi Ecuador imagen! Los dolores,
Tú, de la ausencia en el patriota calmas.Roja, como el fulgor de sus volcanes;
áurea, cual de su sol los resplandores,
azul como su cielo… y cual sus almas.
Reconocimientos
En las laderas del histórico Cerro Santa Ana, se localiza la barriada más antiguo y típica de la ciudad de Guayaquil, Las Peñas, donde su calle principal fue bautizada con el nombre de esta ilustre personalidad literaria.
También existen en Ecuador dos unidades educativas que portan su nombre: El Colegio Fiscal Numa Pompilio Llona de Guayaquil y la Unidad Educativa Numa Pompilio LLona en Quito