Muy a menudo, las personas leen libros, pero no logran recordar tan bien a los personajes como sí memorizan cada uno de los detalles de los lugares donde se desarrollan, tanto por sus particularidades físicas, relaciones con otros lugares de la vida real o por su cultura. Por eso, una buena búsqueda de libros excepcionales nunca debería quitar mérito a la cultura o al paraje donde tienen lugar los acontecimientos de la narrativa.
Hay muchos sitios donde comenzar la búsqueda, y la ocasión tiene que ver precisamente con aquellos libros que por sus diferencias, su complejidad, particularidades o magia logran que el lector se sumerja en un mundo totalmente desconocido o inédito. Pero eso, lejos de ser algo malo, puede transformarse en el sentido oportuno que necesite la lectura para cautivar.
Don Quijote de la Mancha
Poco importa que la historia se desarrolle en un lugar de La Mancha de cuyo nombre el autor, Miguel de Cervantes, no quiera acordarse. El mundo y la narrativa sumergen al lector de forma innegociable en una de las historias más fascinantes que hayan existido jamás.
Aunque a nivel cultural el paraje donde se desarrolla está muy condicionado por la imaginación y la templanza de sus dos principales personajes, para el lector no será en absoluto difícil imaginar las condiciones culturales que rodeaban a dichos acontecimientos, siendo también parte del encanto de la novela.
Cien años de soledad
Al hablar de la creación de culturas y de mundos para novelas, Gabriel García Márquez se lleva muchos sitiales destacados, pero ninguno destaca más que Macondo, a priori un lugar ficticio de Colombia donde transcurre la historia de Cien Años de Soledad o, directamente, de los Buendía.
Macondo culturalmente ha sido muy significativo para la producción literaria y artística en general, y muchas películas o novelas que eligen a Colombia como parte de sus parajes indirectamente acaban haciendo una referencia a este lugar de la ficción.
Come, reza, ama
Aunque para muchas personas el acercamiento primario a esta obra fue gracias a la película protagonizada por Julia Roberts, el libro de Elizabeth Gilbert no tiene pérdida en lo que a conocer otras culturas se refiere. Y es que, como dice su título, la protagonista viajará principalmente a tres lugares, uno donde la descripción gastronómica es excelente -Italia-, otro donde la paz y la tranquilidad son la norma -la India- y uno, aún más exótico, donde se volverá a enamorar -Indonesia-.
La calidad descriptiva de la autora con respecto a estos lugares hace que el lector se sumerja completamente a mundos desconocidos.
Pedro Páramo
Una de las lecturas más disruptivas de su época, por uno de los autores más entreverados de su época, Juan Rulfo. Pedro Páramo es una novela rural, polvorienta, cruda como pocas, que sin prisa, pero sin pausa hará que el lector lentamente se acomode en una esquina del lugar de los hechos a ver transcurrir el resto de la historia.
Con palabras sencillas, frases bastante cortantes y frenos abruptos en la historia, conocer el imaginario del autor es toda una experiencia que vale la pena vivir, al menos una vez, como lector.
Ensayo sobre la ceguera
La obra maestra de José Saramago se ha convertido en una referencia obligada para los lectores que quieren inmiscuirse en mundos desconocidos. En esta obra, los protagonistas en realidad no viajan a ningún lugar, sino más bien, viajan dentro de ellos mismos, ya que directamente todos pierden el sentido de la visión.
En ese viaje introspectivo, la complejidad de la imaginación, el pensamiento y las diversas manifestaciones humanas de valores -o la ausencia de estos- son descritos con tal agudeza por Saramago que el lector no tendrá más remedio que imaginar, con todos los lujos y detalles, cómo va transcurriendo la historia y el devenir de sus protagonistas.