Cautivador y completo relato de una de las etnias indígenas más importantes de Colombia, que abarca más de 2.500 años de historia, desde los tiempos remotos de la prehistoria americana hasta la época de la conquista española. Estamos refiriéndonos a los muiscas, donde además de sus características y costumbres, te enterarás de sus mitos, ofrendas y ceremonias como la de la imagen ésta: la del Hombre Dorado o ceremonia de El Dorado.
Historia de los muiscas
Primeros pobladores
La historia de los muiscas se remonta a la de los primeros pobladores del continente Americano y a los de Colombia. Grupos de indígenas, entre ellos los muiscas, pertenecientes a la misma familia lingüística de los primeros pobladores del continente Americano, fueron también los primeros en pisar tierras colombianas.
Poblamiento de América
La tesis más generalizada es que el poblamiento del continente americano comenzó por su extremo norte, a través de lo que hoy es el estrecho de Bering, en la época en que a consecuencia de los periodos de glaciación, se formó un amplio territorio conocido como Beringia que se extendía entre el extremo oriental de Siberia, oeste de Alaska y gran parte del mar de Bering.
De acuerdo a evidencias encontradas, fueron tres las olas migratorias desde Siberia hacia el continente americano a través de Beringia. La primera que llegó al continente americano fue hace entre 20.000 y 40.000 años, que siguiendo la costa del Pacífico paulatinamente llegan a poblar Suramérica.
Las otras dos olas de migración se quedaron en territorio norteamericano; una se extendió por las Montañas Rocosas, que forman parte del sistema de cordilleras montañosas ubicadas hacia la costa occidental de Norteamérica, y la otra llegó a Groenlandia recorriendo las costas del mar Ártico.
Análisis de ADN de grupos de pobladores amazónicos demuestran orígenes australianos y polinésicos. Las hipótesis formuladas al respecto indican el uso de balsas primitivas en rutas entre Oceanía y América del Sur a través de la Antártida; y desde Melanesia y Polinesia hasta América a través del océano Pacífico.
Familias lingüísticas
Estudios realizados confirman que los pueblos indígenas distribuidos por Suramérica y las Antillas, inclusive los colombianos, pertenecían a tres familias lingüísticas: Chibcha, Caribe y Arawak. Podemos decir entonces que todas las etnias en Colombia hablan alguna de estas tres lenguas.
Llegada del hombre a Colombia
Los Chibcha son los de esa primera oleada de tribus asiáticas que se desplazaron hacia el sur costeando el océano Pacífico; un grupo de ellos cruzaron el istmo de Panamá y entraron a territorio colombiano a través de la región del Darién, y con el pasar del tiempo se fueron distribuyendo a lo largo de la sabana de Bogotá, a orillas de algunos ríos de los llanos Orientales y en las zonas altas de la cordillera Oriental, en la Sierra Nevada de Santa Marta, en la región central Andina, en el Cauca, Casanare, Caquetá y algunos otros hacia la región sur.
De esta primera oleada migratoria, la de los chibcha, se les conoció como los muiscas a los que se asentaron en la región central andina y, tal vez por estos orígenes, hay autores que nombran indistintamente a estos indígenas como muiscas o chibcha.
Los Caribe y los Arawak llegaron a América por el océano Pacífico; mientras que a Colombia, los Caribe entraron por la costa Atlántica atravesando todo el territorio venezolano desde Amazonas. Unas tribus se quedaron asentadas en la costa Atlántica mientras que otras se desplazaron hasta la costa Pacífica, tierras de Santander, Boyacá, Cundinamarca, Valle del Cauca, Cordillera Central y Tolima.
De los Arawak, en su desplazamiento por el Amazona y hacia las costas e islas antillanas, un grupo de ellos llegó a Colombia, esparciéndose unos por los llanos Orientales y por el Amazona colombiano, y otros se establecieron en la Guajira y en el Bajo Guaviare.
Con la llegada de estas tribus a territorio neogranadino, comenzó a formarse el patrimonio cultural de lo que hoy es Colombia.
Poblamiento muisca
De las tribus indigenas Chibcha, los guambianos y paeces poblaron la región del Cauca; los arhuacos y taironas, la Sierra Nevada de Santa Marta; los tunebos, la región del Casanare; los quillacingas y pastos, el Sur; los andaquíes, el Caquetá; y los miuscas, la región central Andina, específicamente el altiplano cundiboyacense, localizado entre los departamentos de Cundinamarca y Boyaca (de allí su nombre), en la cordillera oriental de los Andes, y que abarca tres regiones planas plenamente diferenciadas: los valles de Ubaté y Chiquinquirá, la sabana de Bogotá y los valles de Tunja, Duitama y Sogamoso.
Evidencias, como piezas de cerámica y obras agrícolas y de vivienda, indican que los muiscas llegaron al altiplano cundiboyacense, como una nueva oleada en esa región, entre los años 500 y 800.
Lenguaje de los muiscas
El dialecto de los muiscas es considerada oficialmente lengua muerta a consecuencia de la prohibición del uso de lenguas indígenas en territorios bajo dominio español, emitida en 1770 mediante Real Cédula del rey Carlos III de España.
El muysccubun es el dialecto de los muiscas, que pertenece a la familia lingüística chibcha. Como noticia esperanzadora en la conservación de esta lengua ancestral de la cultura colombiana, hay varios proyectos para el rescate del lenguaje muisca, fundamentados en documentos existentes como gramáticas y diccionarios de los siglos XVI al XVIII, donde se recoge la estructura de su idioma.
El idioma de los muiscas estaba muy relacionado con el de los indígenas tairona y los u´wa, pertenecientes a la misma familia lingüística, lo que les permitió establecer estrechos lazos de intercambio cultural y económico.
Orígenes del universo según los muiscas
Los muiscas fueron muy imaginativos con respecto a la creación del universo, tanto así que son unos cuantos los mitos que hay al respecto; entre ellos están los mitos de Bague, Chiminigagua, Bachué, y el de los de los caciques de Sogamoso y Ramiriquí.
Mito de Bague
La Madre Abuela, llamada Bague, era la única que existía al principio, y ante un grito de ella aparecieron los dioses, la luz, plantas, animales y los muiscas. Luego los dioses se encargaron de lo demás: llenaron con semillas y piedras una vasija y sembraron luceros en el firmamento, y las migajas que quedaron en el recipiente las lanzaron lejos, con lo que dieron origen a las estrellas. Pero toda esa creación era inerte, nada se movía, ni había sonidos ni ruido.
Todo afligidos porque nada de lo creado tenía vida, los dioses fueron hasta donde Bague a contarle; ella les dio a tomar una pócima y ellos se quedaron dormidos y soñaron que todo tenía movimiento y los pájaros cantaban, los hombres se dedicaban a sus labores y se escuchaba el ruido de las cascadas. Al despertar los dioses, se hizo la luz en todo el universo y el mundo ya era como el de sus sueños.
Mito de Chiminigagua
Al principio, antes que hubiera nada en el mundo, reinaba la oscuridad porque la luz estaba encerrada en algo llamado Chiminigagua. Entonces, Chiminigagua comenzó a amanecer y a dejar salir la luz de su interior, y lo primero que creó fueron unas grandes aves negras a las que mandó a recorrer el universo, echando bocanadas de aire resplandeciente por sus picos con lo que, al terminar el recorrido, todo había quedado iluminado. Después creó todas las demás cosas del universo, siendo las más hermosas y preciadas el Sol y su esposa, la Luna.
Mito de Bachué
Algo después de la creación del universo, de la laguna Iguaque salió una mujer llamada Furachogua, que significa «mujer buena» y también conocida como Bachué, trayendo de la mano a un niño y con quien bajó desde la sierra hasta la sabana donde vivieron hasta que tuvo edad para desposarla. Era Bachué muy fértil, tanto que en cada parto tenía de cuatro a seis hijos llegando pronto a poblar toda la tierra. Estando ya viejos, llamaron a muchos de sus descendientes para que en peregrinación los acompañaran de regreso a la laguna de donde habían salido.
A orillas de la laguna, Bachué le habló a todos sus descendientes y les pidió vivir en paz y concordia, y a respetar y cumplir los preceptos y leyes que ella les había dado, sobre todo el culto a los dioses. Una vez terminadas sus palabras, ella y su esposo se convirtieron en culebra y desparecieron en las aguas de la laguna.
Mito de los caciques de Sogamoso y Ramiriquí
Este mito es regional, propio de las provincias de Hunza (Tunja) y Sogamoso. Cuenta la leyenda que cuando el universo amaneció, ya había cielo, tierra y todo lo demás menos el Sol y la Luna, por lo que reinaban las tinieblas; y sólo habían dos personas: el cacique de Sogamoso y su sobrino, el cacique de Ramiriquí, de la provincia de Hunza.
Estos caciques crearon a los hombres y mujeres: a ellos de tierra amarilla y a ellas, de una hierba alta de tronco hueco. Después, en un mes que corresponde a diciembre, el cacique de Sogamoso le pidió a su sobrino que subiese al cielo y se convirtiera en Sol para iluminar la Tierra; después, él también subió al cielo y se convirtió en Luna para alumbrarla de noche. Desde entonces, más que todo en Sogamoso, se celebraban estos sucesos con una fiesta llamada Huan.
Gobernantes
La administración política de los territorios y pueblo muiscas estaba dividida en dos grandes regiones: el Zipazgo, cuya capital era Funza, y el Zacazgo, con capital en Hunza. Al frente de ellas estaba la figura de gobernante supremo denominados Zipa y Zaque, respectivamente. Es ésta la razón por la cual al hablar de los gobernantes muiscas se hace por separado entre Zipas y Zaques.
Zipas
Saguamanchica (1470 – 1490): aunque no hay certeza de que haya sido el primer Zipa, históricamente se le considera como tal ya que de sus predecesores se tiene poca información. En busca de extender sus dominios y proteger a su pueblo de sus acérrimos enemigos, emprendió batalla contra los sustagaos y los panches. Como guerrero que era, murió en combate, en la batalla conocida como de Chocontá.
Nemequene (1490 – 1514): al morir Saguamanchica, quien era tío suyo, heredó la gobernación de Zipazgo. Continuó con las batallas emprendidas por su tío, logrando importantes victorias y conquista de territorios. Sin embargo, lo más trascendente de su gobierno fue la promulgación del Código de Nemequene, compendio de leyes que sobrevivieron a la conquista española, manteniendo en gran parte su vigentes hasta después de ese acontecimiento. Al igual que su predecesor, murió en batalla.
Tisquesusa (1514-1537): al morir aquel, heredó de su tío Nemequene la gobernación. En su juventud había sido Tybaragüe (gobernador local) de Chía, ciudad de la Luna. Como sus antecesores, tuvo espíritu guerrero.
Una profecía de Popón, chyquy (sacerdote) de Ubaque (topónimo que en dialecto de los muiscas significa «sangre de árbol») de que moriría ahogado en su propia sangre a manos de extranjeros venidos de tierras lejanas hizo que Tisquesusa, al enterarse de la llegada de los españoles, evitara a toda costa contacto con éstos. Encargó a un grupo de opquabachua (espías) mantenerlo al tanto de los movimientos de los extranjeros y el huyó a los bosques buscando protección.
A pesar de todas las previsiones tomadas, la profecía se cumplió. Habiendo sido Tisquesusa sitiado en el bosque por tropas españolas, sin reconocerlo un soldado español le atravesó el cuerpo con su espada para robarle los ornamentos de oro esmeraldas y la fina manta de algodón que vestía, dejándolo desnudo y tirado en el suelo donde agonizó y murió ahogado en su sangre.
Zaquesazipa o Sagipa (1537 – 1538): Fue el último Zipa. Con la muerte de su hermano Tisquesusa, le sucedió en la gobernación a lo que la nobleza muisca consideró una usurpación ya que el sucesor legítimo era su sobrino Chiayzaque, Tybaragüe de Chía. En sus luchas por poder, pactó con Gonzalo Jiménez de Quesada en la guerra contra los panches a cambio de llenar de oro un bohío. Al no cumplir con su compromiso, fue sometido a duras torturas que a comienzos de 1539 lo llevaron a la muerte.
Zaquez
Hunzahúa: de su nombre proviene el de Hunza, capital del Zacazgo y lo que es hoy la ciudad de Tunja. Fue el único gobernante muisca que logró unificar completamente lo que se llamó Confederación Muisca. Tiempo después, la unión fue rota por el Zipa Saguamanchica (1470 – 1490), a consecuencia de serias desavenencias con el Zibyntyba (gobernador) de la Zibyn (territorio intermedio) Guatavita.
Michuá (1470-1490): como Zaque del Zacazgo fue contemporáneo de Saguamanchica cuando éste era Zipa de Funza. Y al igual que Saguamanchica, perdió la vida en la batalla de Chocontá donde se enfrentaban por control de territorios.
Quemuenchatocha (1490-1538): de apenas 10 años de edad heredó el trono de su tío Michuá. Gobernó entre periodos de pactos de paz con el Zipa Nemequene (1490 – 1514) y periodos de guerra que luego de la muerte de éste, las continuó con Tisquesusa (1514-1537). En 1537 los españoles lo hicieron prisionero, por lo que nombró a su sobrino Aquiminzaque como su heredero y poco tiempo después murió a consecuencia de las lesiones sufridas en prisión.
Aquiminzaque (1537-1541): fue el último Zaque. Heredó el trono de su tío Quemuenchatocha cuando éste fue hecho prisionero por los españoles. Fue obligado a bautizarse dentro del catolicismo y al intentar rebelarse, junto a otros gobernadores muiscas, fueron hechos prisioneros y decapitados en acto público realizado en la plaza de la una recién fundada ciudad llamada Tunja.
Pictografía y Petroglifos muiscas
Los petroglifos y la pictografía muisca dicen que para ellos la roca era su cuaderno, y en ellas escribían (dibujando o tallando) no con letras sino pictográficamente, los hechos que les sucedían y que más llamaban su atención. Para los muiscas, pintar era escribir y escribir era pintar; simplemente lo importante para ellos era expresar algo a través de signos o figuras y perpetuarlo en roca, lo que ahora se conoce como arte rupestre; esa es la razón de la cantidad de petroglifos que se han encontrado diseminados por todo su territorio.
Ese arte rupestre de los muiscas se consigue, generalmente en grandes rocas; quizás la máxima representación de ello se encuentra en el departamento de Cundinamarca, en los parques arqueológicos del Abra, el de Facatativá o Piedras del Tunjo, y en Bojacá o Piedras de Chivo Negro.
Ubicación y cotidianidad de los muiscas
Zonas geográficas
Los muiscas se encontraban ubicados en las regiones planas del altiplano cundiboyacense, específicamente en los valles de la cordillera oriental de los Andes: Ubaté y Chiquinquirá, la sabana de Bogotá y los valles de Tunja, Duitama y Sogamoso.
Tipos de construcciones muiscas
Viviendas
Las viviendas de los muiscas unas eran de base circular y otras de base rectangular. Tanto las unas como las otras consistían de pilares de madera enterrados, techos de vara cubierta de paja, y paredes de barro, lo que se denomina bahareque, con puertas y ventanas pequeñas.
En las viviendas de base circular, sus paredes también eran de esa forma y sus techos, cónicos; mientras que las de base rectangular, sus paredes eran paralelas y el techo a dos aguas de forma rectangular.
Además de estas casas, que eran las comunes, existían construcciones con características más complejas, destinadas a los señores principales, jefes de clan y jefes de confederaciones como el Zipa y el Zaque.
Hay algunos autores que afirman que las viviendas eran elípticas donde el diámetro mayor era de entre 7 y 8 metros; mientras que el menor, medía entre 5 y algo más de metros.
Templos muiscas
A diferencia de otras etnias, los muiscas construían sus templos también con materiales perecederos: eran circulares, sostenidos por troncos de guayacán, con piso cubierto de paja seca, esteras en las paredes y techos cónicos de paja.
El interior de los templos era oscuro debido a que tenían una sola puerta y, por lo general, baja. Por fuera, estaban rodeados por una cerca, alineada en forma circular también pero de mayor diámetro, de postes de madera.
Demografía de los muiscas
Según estudios demográficos realizados en el 2004, la población muisca estaba concentrada en el departamento de Cundinamarca, con una población de 1.859 habitantes.
Cultura de los muiscas
La riqueza y encanto de la cultura muisca se fundamenta en lo prehistórico de ella, en su convivencia y adoración de la naturaleza, en sus profundas creencias religiosas y en sus fantásticos mitos de la creación de la humanidad y del universo.
Lengua de los muiscas
Los muiscas hablaban el muysccubun, dialecto que pertenece a la familia lingüística chibcha. A partir de 1770 pasó a ser oficialmente lengua muerta por decreto español mediante Real Cédula del rey Carlos III.
Alimentación y Vestimenta
Qué comían los muiscas
El alimento básico en la alimentación de los muiscas era el maíz, el cual cosechaban una vez al año y con el que preparaban arepas, bollos, mazamorras y bebidas como la chicha; además se alimentaban de papa, auyama y quinua; sus proteínas vegetales las consumían del maní, frijoles y coca; mientras que las animales, del venado, pescado, conejo, curí, aves, hormigas, orugas y animales de monte. En su alimentación también estaban presentes las frutas tales como el tomate, guayaba, piña, curuba y uchuvas.
Sus comidas eran sazonadas con hierbas aromáticas, sal y ají, entre otros condimentos.
Cómo se vestían los muiscas
Los muiscas era una de las pocas etnias indígenas que andaban vestidos y, por lo general, bien abrigados con mantas hechas de algodón que les cubría hasta los pies, para contrarrestar el frío andino. No usaban calzado.
Usaban camisas, con mangas o sin ellas, cerradas hasta algo más abajo de las rodillas y, encima, unas mantas, especie de ruanas pero no de lana sino de algodón. Por lo general, estas mantas eran de color blanco; sin embargo, en cierto sector de su sociedad las usaban decoradas con figuras de color rojo y negro.
Tanto los hombres como las mujeres, usaban manillas con huesos de animales o semillas y llevaban el cabello largo; los hombres hasta los hombros y suelto las mujeres. Los hombres, por lo general llevaban la cabeza cubierta: los güechas (guerreros), con cascos de oro y los demás, con gorros de algodón. Ocasionalmente, en época de celebración, usaban gorros de pieles de animales como osos y tigres.
La nobleza y familia de los gobernadores (Zipa y Zape) era distinguida por su manera de vestir. Por lo general se adornaban con plumas. Los hombres llevaban orejeras y narigueras de oro; lucían en sus brazos brazaletes de oro y esmeraldas y, en sus frentes, medias lunas de oro o plata, con rostro y cuerpo pintados. Las mujeres usaban dos mantas; una larga y ceñida a la cintura mediante faja, y la otra, pequeña, colgada sobre sus hombros y sujetadas con alfileres de plata u oro.
Arquitectura muisca
La arquitectura de los muiscas no fue muy avanzada ni perdurable; los materiales utilizados por ellos en sus construcciones comunes, religiosas o militares (madera, barro y palma) todos eran perecederos. La piedra la utilizaron para adorarla y para plasmar en ella sus vivencias más importantes, pero no en sus construcciones.
Tampoco hubo el concepto como tal de poblado o ciudad; sus viviendas estaban dispersas, por lo general ubicadas junto a sus conucos, de manera desordenada.
Se habla de que para sus cultivos construyeron canales de riego y de desagüe; sin embargo, no quedaron para la posteridad.
Costumbres de los muiscas
Dentro de las costumbres de los muiscas estaba la veneración a sus dioses a los lugares sagrados, las ofrendas y sacrificios en honor a sus dioses, las festividades a la naturaleza y a la vida.
Lugares sagrados
Los muiscas veneraban a sus templos y a la naturaleza; para ellos eran sagrados algunos montes, árboles, bosques, cerros, peñas, lagunas, ríos y otras fuentes de agua; los consideraban sitios sagrados por considerar que en ellos habitaban alguna de sus divinidades y, también, por la creencia de que eran puntos de equilibrio de la naturaleza.
Templos sagrados
Los muiscas tenían tres tipos de templos o casas ceremoniales: los Tchunsua, donde se adoraba el Sol; los Qusmhuy, para adorar a la Luna; y los Cuca, templo donde se formaban los futuros chyquy (sacerdotes) e, inclusive, autoridades civiles.
Bosques sagrados
En los bosques considerados consagrados a sus dioses no cortaban pero ni una hoja; para ellos eran sagrados.
Tierra sagrada de Suamox
El territorio de Suamox, donde murió el Dios Bochica, era venerada como tierra sagrada porque de acá surgían los chyquy herederos de las enseñanzas de Bochica.
Lagunas sagradas
Todas las lagunas eran sagradas para los muiscas: entre las más nombradas estaban: Iguaque, Tota, Ubaque, Teusacá, Guaiaquiti, Siecha y Guatavita.
Plantas y árboles sagrados
Entre las plantas y árboles idolatrados por los muiscas, estaban: arrayán, tyhyquy ( conocido como borrachero), tabaco, nogal y guayacán.
Avenidas sagradas
Todas las calles y avenidas por donde había caminado Bochica, eran sagradas para los muiscas. En ellas sólo podían andar las máximas autoridades; y el pueblo, sólo con motivo de ceremonias religiosas.
Costumbres religiosas
Ofrendas y sacrificios
Dentro de las costumbres religiosas de los muiscas estaban las de ofrendar a sus dioses con tunjos, sahumerios o sacrificios de animales y hasta de humanos.
Las ofrendas con tunjos eran de oro, plata o cobre y tenían formas de humanos o de animales como serpientes, hormigas, ranas, monos, aves y muchos más. Otra forma de ofrendarles era con vasos, brazaletes y casquetes en muchos casos incrustados de diademas y esmeraldas.
Los animales sacrificados por lo general eran aves, dejando escurrir su sangre sobre el piso del templo. Los sacrificios humanos sólo era permitido llevarlos a cabo con muchachos de pueblos enemigos capturado o con moxas, nombre que le daban a los muchachos comprados en territorio lejano llamado Casa del Sol en edades comprendidas entre 7 y 8 años; cada cacique tenía un moxa y algunos hasta dos.
Festividades
Sus festividades estaban incluidas en el calendario y estaban asociadas mas que nada al ciclo agrícola y al de la vida. Eran celebraciones donde cantaban, danzaban y bailaban acompañados de música con sus instrumentos como tambores, flautas, caracoles y fotutos…y de grandes cantidades de chicha fermentada.
Entre las festividades más importantes estaban las fiestas de la siembra y de la cosecha, la de los caciques, la construcción de cercados y también la de la inauguración de los cercados.
Los muiscas y la ceremonia del Huan
Dentro de las festividades de los muiscas estaba la fiesta de Huan, con la cual celebraban la llegada del nuevo ciclo solar; era equivalente a la celebración contemporánea del Fin de Año y Año Nuevo, pero con la solemnidad y adoración a la naturaleza propia de la cultura muisca.
Organización social de los muiscas
La organización social de los muiscas era estructurada y piramidal. En la base de la pirámide estaban las familias y en el vértice, el cacique; y estaba estructurada de manera que varias familias formaban un clan, varios clanes una tribu y varias tribus un cacicazgo.
Además, las personas estaban organizadas en grupos según su oficio; habían los artesanos, mineros, orfebres, comerciantes y agricultores, que por lo general era el más numeroso. También estaban los gechas (guerreros), los chyquy (sacerdotes) y los Zipa y los Zaque (caciques) y los uzaques (nobles de sangre pura, familias del Zipa o Zape).
Calendario muisca
En el calendario de los muiscas, los días eran contados por soles y los meses por lunas; el año se contaba por lunaciones y constaba de 12; el mes lo dividían en tres partes iguales, de 10 días cada una; el día (sua) lo dividían en madrugada (ozas), desde que nace el sol y hasta el mediodía (aica), el medio día (sua quychyquysa); después de medio día y hasta la puesta del sol (sua meca o sua mena). La noche (za) estaba dividida en el lapso desde la puesta del sol y hasta la media noche (zasca); la media noche (zachina) y desde la media noche hasta la salida del sol (cagui).
La semana estaba formada por tres días y el mes (una lunación) llamado Chie (igual que la luna), por 10 semanas. La cuenta del mes comenzaba con la luna nueva y los días eran contados hasta el décimo día y luego se repetía el ciclo dos veces más: por ejemplo, ata que era el primer día se repetía el día once y el veitiuno.
Otra particularidad del calendario muisca es que tenía tres tipos diferentes de año (zocam): el año común, compuesto de 20 lunas; el año rural, compuesto de 12 0 13 lunas y contadas de una estación lluviosa a otra; y el año sagrado o sacerdotal, compuesto de 37 lunas y empleado para la realización de las ceremonias religiosas.
Economía de los muiscas
A qué se dedicaban los muiscas
Agricultura, minería, caza, pesca, tejido, orfebrería, alfarería, astronomía y comercio eran los principales fuentes a los que se dedicaban los muiscas.
Se distinguían de las otras tribus por su habilidad en el manejo y explotación tanto de las minas de sal como las de carbón y esmeraldas. Sus fuentes de sal estaban en Nemocón, Sesquilé, Upía y Zipaquirá (Ciudad de la sal) que después de extraída, la procesaban en grandes vasijas de barro para evaporarle el agua y obtener la sal en gema.
En Zapiquirá también estaba el carbón mineral que los muiscas explotaban y utilizaban como combustible; mientras que las esmeraldas las explotaban en las minas de Muzo,, Chivor y Somondoco.
Agricultura
Más que cualquier otra actividad, los muiscas fueron agricultores; era la actividad de mayor dedicación. Tenían profundos conocimientos y respeto por los ciclos de la lluvia y las fases lunares. Sus cultivos estaban dispersos en diferentes zonas climáticas, lo que permitía tener variedad de cultivos tanto de productos de zona fría como templada. Al no conocer los muiscas el hierro, el labrado de la tierra lo hacían con herramientas de piedra o de madera en temporada de lluvia.
Cultivaban maíz, batata, papa, algodón, yuca, auyama, frijol, ají, coca, ibias, fique, arracacha, chuguas, rábano, cubios, hayo y la quinua; y frutas como la curuba, tomate, piña, guayaba y uchuva.
Orfebrería
Trabajaban el oro, cobre y plata, y tallaban la esmeralda; el cobre lo utilizaban mas que todo en aleación con el oro en una técnica que llamaban tumbaga. Fabricaban figurillas, tunjos, vasos, collares, narigueras, diademas, tiaras, pulseras, collares, pectorales y máscaras. Algunas de sus piezas, principalmente las de oro, se encuentran incrustadas de esmeralda.
En los territorios habitados por los muiscas no se conseguían yacimientos de oro; sin embargo, lo obtenían a través del trueque por esmeraldas, algodón y tejidos como las mantas.
La Balza Muisca
Dentro de las obras de la orfebrería muisca merece especial mención la pieza Balsa Muisca o Balsa Dorada. Es una bellísima pieza, estéticamente hablando; se estima que fue elaborada en el periodo comprendido entre 600 y 1600 D.C.. Está lograda por fundición bajo las técnicas de «cera perdida» y «tumbaga».
La Balsa Dorada también tiene un inestimable valor cultural ya que la figura en si recoge la leyenda de El Dorado, haciendo alusión a la ceremonia de investidura de jefe al heredero del cacicazgo que el pueblo muisca celebraba en la laguna sagrada Guatavita.
Alfarería
Para los muiscas, el barro era un componente relevante en sus vidas, tanto para su arquitectura como para la alfarería. Es esta disciplina, fabricaban múcuras, vasos, vasijas, ofrendas, instrumentos musicales, herramientas como los rodillos, y especies de joyeros hechos de figuras antropomorfas huecas donde guardaban las esmeraldas y los tunjos.
Sus centros de producción de cerámica estaban ubicados en Ráquira, Soacha, Tinjacá, Tocancipá y Tunja.
Manufactura textil
Los muiscas desarrollaron grandes habilidades y técnicas en la fabricación textil, tanto como hilanderos, tejedores y diseñadores. En el ramo de la hilandería, utilizaban los husos (varas de madera insertadas en torteros de piedra) para la torsión de las fibras; mientras que en el confeccionado, usaban agujas de hueso u oro y telares tanto horizontales como verticales.
En cuanto a decoración de sus prendas textiles, diseñaban figuras geométricas complejas; pintaban las telas con pinceles o teñían las madejas de hilo con el cual entonces tejían franjas decorativas; los colorantes utilizados eran de origen animal o vegetal; por ejemplo, el color rojo lo obtenían de las cochinillas (insecto) o de achiote (fruto del arbusto del mismo nombre).
Parte de la producción textil, aparte de cubrir sus necesidades de vestido, era destinada al comercio: intercambiaban mantas, al igual que otros artículos como la esmeralda, por productos que ellos no tenían, como el oro.
Legado muisca
Además de sus famosos petroglifos, pictografía y joyería en oro, expuesta ésta en los más renombrados museos de oro precolombino, hemos heredado de los muiscas su influencia fonológica que dejó sembrado sustantivos, verbos, topónimos y antropónimos en el habla de gran parte de las regiones cundiboyacence, y que son denominados muisquismos.
De la industria textil, tenemos el legado de las mochilas muiscas.
Sandra
muy bien
dariannys nuñez
muchisimas cracia cracias a esta informacion saque 20en mi examen
ANA PATRICIA ORDOÑEZ
Excelente articulo. Muy completo.