Tupac Yupanqui, uno de los Incas más poderosos, quien, gracias a sus grandes hazañas de guerra y vastas conquistas, ocupa lugar privilegiado en la historia. Destaca por ser uno de los símbolos de lo que significa ser Inca como una personalidad realmente histórica, y no como algo imaginado por los indígenas como una figura más allá de lo humano.
Biografía de Tupac Yupanqui
Túpac Yupanqui, o Túpac Inca Yupanqui nació en Cuzco alrededor de 1441 y falleció en Chinchero en 1493, siendo el décimo Inca o emperador del Imperio incaico, heredero de Pachacútec. Alcanzó el correinado posiblemente entre sus 15 y 30 años de edad (entre 1456 y 1461). Mas adelante y después del fallecimiento de su progenitor, tomo el control absoluto del poder.
Mientras era un hatun auqui (sucesor imperial) y posteriormente como inca (Rey) utilizó casi todo su tiempo en operaciones bélicas de invasión o “pacificación”, e, inclusive, de expedición. Esas excursiones lo llevaron a Quito por el norte, el Río Maule por el sur, a la nación de los opataris y el Paititi por el oriente y Mangareva por el occidente. Hizo de su hermana, Mama Ocllo, su esposa principal con la cual no tuvo muchos hijos. A pesar de ello, procreo suficientemente entre cortesanas y esposas secundarias.
No obstante, igualmente participó activamente en el gobierno. Así, organizó a los curacas (representantes), ejecutó el primer empadronamiento general, repartió el trabajo, fijó tributos, consolidó los mitimaes (emisarios en servicio), prosiguió el levantamiento de grandes caminos, reestructuró las cárceles, difundió el culto al Sol e instauró un calendario, construyó hermosos palacios por toda la ciudad de Tumipamba en celebración por su recién nacido Huayna Capac y estableció la ciudad de Quito. Su deseo era ser llamado como “El Resplandeciente”.
Falleció en Chincheros, se relata que fue intoxicado por su esposa Chuqui Ocllo con intenciones de favorecer a su hijo en la sucesión. No obstante, tras escogerlo como heredero, cambio de opinión al final y nombró como inca (emperador) al adolescente Huayna Cápac. Su cadáver se conservó hasta la ocupación de Quito, durante la cual los generales quiteños Quizquiz y Calcuchimac lo quemaron en retaliación por haber invadido Quito. La Capac Panaca, conformada por su descendencia, recolectó las cenizas y las habría ocultado por Calispuquio próxima a su dios protector.
Hijos
Casado con Mama Chimpu Ocllo, Coya, Princesa de la Familia Imperial
- Huayna Capac, Titu Cusi Huallpa Yupanqui, Sapa Inca
- Auqui Amaro Túpac Inca Yupanqui
Casado, ??
- Apu Sahuaraura Inca Yupanqui
Significado
Al principio, Pachacútec seleccionó como heredero a Amaru Inca Yupanqui, pero este era muy sosegado y caritativo, lo decían “el Bueno”. Se relata que, al mandarlo, casi obligado, a enfrentar a los guaraníes fue vencido.
Tales conductas produjeron que Pachacútec cambiara de idea, por lo que nombró como su heredero a su otro hijo, Túpac Yupanqui. Al estar Pachacútec muy viejo le permitió hacerse con casi todo el poder (cogobierno). Otros cronistas destacan que Túpac Yupanqui fue desde un principio propuesto como inca y que su hermano, al ser notificado de que debía serle servir, lo admitió con buen agrado.
Conquistas de Tupac Yupanqui
En 1471, al fallecer Pachacútec, Túpac Yupanqui se corona alrededor de sus 30 años. Para seguir la expansión del imperio encabezó una campaña en el Antisuyo (zona selvática). Con una milicia que dividió en tres escuadrones (uno de ellos dirigido por su hermano Amaro Yupanqui), se anexaron las tribus: Opotari, Manú y Yanasimi.
Por el oriente, se encaminó al Chinchaysuyo para incorporar más territorios. Por el norte invadió a los chachapoyas, huambos y guayacondos. Se confrontó al Imperio chimú, poniendo su atención a la fortificada ciudad capital: Chan Chan. Para ello, Túpac Yupanqui diseño una efectiva táctica: sacar de su curso al río Moche, principal donador del líquido para Chan Chan. Ya que la ciudad se halla en medio del desierto, no pasaron muchos días cuando anunciaron su rendición.
Luego de esta primera excursión, retorno a Cuzco con un gran botín y cantidad de trabajadores de la orfebrería y la artesanía que fueron de gran servicio en la instrucción de estas artes en la ciudad. Reposó allí un par de años, tras lo cual partió de nuevo al norte incorporando más tribus y derrotando otras que por su “salvajismo” no las tomaría por no ser interesantes.
En las proximidades de Quito construyó el fuerte de Quinche, donde a posteriori se cree que habría sido el nacimiento de su hijo Huayna Cápac, aunque mayor probabilidad es que haya ocurrido en Tumipamba. Al retornar a Cuzco tras 4 años, fue tentado a dirigir otra operación de conquista al Norte, en el golfo de Guayaquil, donde venció a los Puná y a los Paches.
Por el sur, sus intenciones estaban dirigidas al valle de Cañete y al feudo del Huarco. En alianza con los chinchas, consideró que su triunfo sería seguro pero los resultados le comprobarían lo contrario. Sus acciones por esos territorios, las más rudas que habría de emprender en su existencia y que le ayudó bastante en su aprendizaje como guerrero, le tomó alrededor de un lustro. Por ello tomó la decisión de buscar otros recursos para alcanzar el sometimiento definitivo de tan fuerte agrupación.
Efectivamente, envió representante para indicarles a los dirigentes de la región que las dos naciones lograrían un trato para un mutuo beneficio. Los del Huarco proporcionarían frecuentemente alimentos y bienes al Imperio a la vez que los incas honrarían su independencia. Ante ello, grandes festines se iniciarían y en plena festividad las tropas del juvenil Túpac Yupanqui arremeterían contra las importantes posiciones de defensa para hacerse de ellas. Esto lo lograrían en todos los fuertes, excepto en el de Ungará.
Aquí el combate se endureció a costa de gran cantidad de vidas. Al final, estando sin escape y con ganas de resguardar sus cuerpos de la ira del príncipe del imperio, los supervivientes se precipitaron desde lo elevado del fuerte. Al llegar al sitio, Túpac Yupanqui, congestionado por la ira, mandó a que todos los presos fueran asesinados y guindados de esas murallas como castigo para aquellos pueblos que quisieran emular esa conducta.
Estado del Reino de Quito antes los Incas
Unos cuantos años de tranquilidad tuvieron los Scyris en sus dominios. Los estados menores de Tiquizambi y de Chimbo y la gran nación de los cañaris realizaron acuerdos con los señores de Quito, y, a través de ellos, se ampliaron las fronteras de la monarquía, alcanzando por el sur hasta Saraguros, la región de los nada aguerridos Paltas.
Siguiendo al sur, y ya en territorio del Perú actual, moraban las tribus de los huancabambas, cajas y cascayuncas, con quienes los habitantes de la comarca vivían en paz en aquellos tiempos. Las etnias de los chonos, de los huancavilcas y de los punaes, habitantes de la costa, estaban igualmente en paz con las de la montaña. Esto se debía mayormente a que los cambios de temperatura era gran impedimento para que los indígenas de la serranía bajasen a la costa, y para que los pobladores de ésta se dispusiesen a luchar con los serranos.
La paz vivida en estas tierras para esa época y las alianzas existentes entre los distintos pueblos que las poblaban, surgía del miedo a los Incas. Estos, ya con una vigorosa milicia, habían hecho presencia en el sur, y se encontraban dedicados en guerrear a los Chachapoyas. Tupac Yupanqui ya se encontraba con su armamento vencedor casi a los límites del Reino de Quito, y comenzaba la ocupación y sometimiento de los huancabambas, los aliados ubicados más al sur.
Derrota de los Huancabambas y Reducción de los Paltas
El Inca encabezaba una numerosa milicia, aguerrida y bien disciplinada, por lo que con su sola presencia venció a los huancabambas quienes escaparon horrorizados a las montañas, donde unos cuantos escogieron morir de hambre antes que someterse a los Incas.
La victoria sobre los paltas fue aún más total, ya que ellos mismos ofrecieron la paz y solicitaron su ingreso al imperio de Inca. A pesar de tanta sumisión, Tupac Yupanqui seleccionó varios miles de ellos y los envió tan lejos como las regiones remotas del Collao, y repobló de mitimaes venidos de otras zonas el territorio de los paltas. Los fuertes, que ellos habían construido en las montañas de Saraguro, sirvieron de nada, ya que la aparición del ejército del Inca les hizo entender la inutilidad de cualquier oposición.
Derrotados y dominados los paltas, se alistó el Inca para la invasión de la famosa nacionalidad de los cañaris. Eran numerosos estos indígenas y venían, desde hace mucho tiempo, preparándose discretamente para la protección de su territorio y por su independencia. Múltiples juntas de jefes se habían celebrado en las que se escogió a Dumma como líder. Disponían de un tropa importante y listo para el combate.
Derrota ante los Cañaris
Tupac Yupanqui sabia no había tiempo que perder ni permitirle oportunidad de fortificarse aún más a los cañaris. Se apresuró con su ejército y asaltó a sus adversarios en espera de derrotarlos al tomarlos inadvertidamente; aun así, cometió un error ya que los cañaris, ya avisados, habían tomado todas las sendas intricadas. La contienda fue, pues, disputada y el Inca tuvo que retornar de forma precipitada hasta Saraguro. Tuvo que reconocer que no era tan fácil, como había concebido, la ocupación de unas etnias tan sagaces como guerreras.
El fracaso del Inca les renovó el animo a los cañaris, y, mezclando su valentía con sus artimañas, cooperaron de manera oculta con los paltas, alentándolos a eliminar al Inca. Al reconocer que era un plan demasiado riesgoso, los paltas se acobardaron, y, tras consultar a sus hechiceros lo que debían hacer, decidieron avisar a Tupac Yupanqui de la proposición de los cañaris.
La dignidad del hijo del Sol se halló insultado con tales tentativas, y tomó la decisión de no retornar al Cuzco sin haber primero sometido a su subordinación a los cañaris. Solicito más soldados de ayuda por todo el imperio, y en espera de ellos, se dedicó a edificar un fuerte entre los límites de los paltas y de los cañaris.
Rendición de los Jefes de los Cañaris
Conociendo éstos las actividades del Inca y observando las labores o dispositivos de guerra que había iniciado, perdieron el coraje y la energía con que aguantaron el primer ataque se transformó en desanimo. Empezaron a reflexionar sobre las bondades de la paz y, al final, decidieron remitir enviados al Inca, ofreciendo obedecer y someterse a su imperio.
Los cañaris eran famosos por su servilismo y volubilidad, y de allí que el Inca no confiaba en ellos al principio. Por ello quiso asegurarse y pidió, entre otras cosas, que Dumma y los otros jefes dejaran a sus propios hijos como rehenes. Sintiéndose seguro, el Inca con esta decisión, tomó camino para la región del Azuay, pero previo a su propia llegada, hizo adelantarse al jefe en quien más confiaba, para que le preparara hospedaje a su nivel, e igualmente para que averiguara la disposición de los cañaris y reconocer si planeaban alguna deslealtad.
Los cañaris admitieron al emisario del Inca con grandes festejos, y en poco tiempo edificaron un palacio en que albergar al nuevo mandatario. Al presentarse éste finalmente en sus tierras, fueron a su encuentro, expresándole públicas y ceremoniosas manifestaciones de acatamiento sincero y de fiesta y regocijo. Así terminó la conquista de los cañaris y la incorporación de su provincia al imperio de los incas.
Tupac Yupanqui permaneció por un prolongado tiempo en la región del Azuay, ordenó retirar un abundante número de sus nativos y llevarlos a la zona del Cuzco. Hizo construir puentes en los ríos y mando a construir algunos edificios, tanto religiosos o no, buscando ganar el aprecio de los cañaris y así mantenerlos controlados.
La Conquista de Quito
Para empezar la invasión del Reino de Quito, ordenó que se edificaran 2 fuertes a este lado Azuay: uno en Achupallas y otro en Pumallacta. Mandó a construir en lo más escabroso de la serranía un hospedaje para el descanso de la tropa y sometió sin problema alguno a los infames quillacos, que habitaban en la cuenca de Guasuntos y Alausí.
Se sabía de los quillacos como personas mezquinas que estaban usualmente miedosos de no poseer tierras, agua, así como el aire. Eran tan desaseados y holgazanes, que el Inca, para someterlos al trabajo, les impuso un impuesto de proveer con cierta frecuencia madejas de plumas plenos de las pulgas que se alimentaban de sus cuerpos inmundos.
Estando el Inca en la región de los paltas, cuando recibió a la representación que le remitían los huancavilcas de Guayaquil, congratulándole por sus victorias y conquistas, sometiéndose a su autoridad. Ellos clamaban su ayuda y protección contra los fieros jefes de la Puna, cuyas guerras y correrías los mantenían atormentados. El Inca admitió a los representantes con indicios de mucho regocijo, y, después de proveerles festines, los dejo ir con la promesa de que iría a la costa, luego de acabar la invasión del Reino de Quito, en la que se ocupaba entonces.
La Resistencia del Scyri
Al parecer Tupac Yupanqui retornó al Cuzco, postergando para mejor momento la conquista de Quito. Se sabe que tras dos años la retomó volviendo a la región del Azuay con una milicia más grande. El ejército del Scyri y el del Inca se encontraron en los bajos del río que proviene desde Achupallas, y en disputadísimos combates compitieron por el paso, poniendo a rodar gigantescas piedras de uno y otro lado.
Las naciones de Sibambe, de Chanchan y de Tiquizambi se habían sometido al poder del Inca ofreciéndole obediencia. Por lo anterior, hubo de abandonar el Scyri la protección del paso del río, replegando todo su ejército en Liribamba, capital de los puruhaes, donde poseían un fuerte bien construido. Un tío de Hualcopo, duodécimo Scyri, de nombre Epiclachima, lideraba como general en jefe las milicias de Quito. Era un hombre de gran animosidad y hábil para iniciativas osadas. Enfrentó a la tropa de los peruanos en la llanura de Tiocajas, y allí murió en una batalla cruenta que les dio el triunfo a los soldados del Inca.
Esta victoria había sido tan rotunda que, no dudando Tupac Yupanqui del dolor y pesar de Hualcopo, que lo invitó a acordar la paz, exhortándole a dejar las armas y doblegarse a su imperio. Aun el Scyri, con dignidad, no acepto la proposición, declarando que sólo muerto entregaría su reino y su libertad. Tras una breve tregua de días, se prosiguieron las operaciones de guerra y Tupac Yupanqui fue aproximándose a Quito con grandes inconvenientes, acometiendo los fuertes de Mocha y de Latacunga, logrando la victoria a costa de mucha sangre y pérdida de vidas.
Ocupación de Quito
En esta oportunidad alcanzó hasta la misma ciudad de Quito, aunque no obtuvo todo lo intentado ya que en la región de Imbabura se sustentó firme Hualcopo, dejando terreno al vencedor, pero manteniendo con garra su corona. De Quito Tupac Yupanqui retorno al Cuzco, dejando protegidos con tropa del Perú varios fuertes levantados en estas regiones para mantener las conquistas ya logradas y mantener sometidos a sus pueblos, que no dieron su brazo a torcer de buena gana al yugo extranjero.
Tupac Yupanqui fue uno de los Incas de mayor poder y sus grandes hazañas de guerra y vastas conquistas tiene su propio lugar en la historia. Su personalidad misma destaca entre los símbolos fabulosos de los incas, como un carácter realmente histórico, y no como algo imaginado por los indígenas que resalta con una dimensión moral poco creíble.
Muerte de Tupac Yupanqui
Llevando los despojos y ufano con tantos triunfos, retorno, pues, Tupac Yupanqui al Cuzco, donde fue acogido triunfalmente, y agasajado con grandes festines y regocijos. Mas su suerte no le obsequio tiempo ya que falleció poco después. Cuando las cuantiosas naciones que, tras invadirlas había sumado a su imperio, no se habían acostumbrado a la subyugación ni habían renunciado totalmente a su emancipación, sacudieron el yugo que el conquistador les había infligido.
No obstante, Tupac Yupanqui legaba un hijo que heredó su valor, imitó su buena suerte y señalado para llevar el imperio a un lugar sorprendente de grandeza y progreso. Ese vástago era Huayna Capac, el más grande de los Incas y el de mayor fama entre todos ellos. Al sepelio de Tupac Yupanqui y al velatorio de su corte siguieron, en la capital del imperio, los eventos de coronación del nuevo soberano.
Descubridor de Oceanía
Siguiendo los relatos de los cronistas españoles Pedro Sarmiento de Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello Valboa en la época de la conquista, reunieron una colección de narraciones que contaban “encontrándome en la orilla norte (en las islas Puná), se habrían enterado de unas islas remotas en las cuales encontrarían oro, resolviendo ir en busca de ellas. Preparada una gran cuadrilla de balsas habría partido con 20.000 exploradores, alcanzando unas islas de nombre Ninachumbi y Auachumbi”. Varios historiadores indicarían como hipótesis que estas islas realmente existirían y se ubicarían en la Polinesia.
A partir de esta crónica al historiador José Antonio del Busto, formuló la teoría acerca un par de islote los cuales serían Mangareva y Rapa Nui, en base a treinta evidencias que decía haber descubierto. Una de ellas señala que en Mangareva se escucha una leyenda acerca de un rey tupa, que llego del oriente en balsas con velas, transportando orfebrería, cerámica y textilería. Una narración parecida existe en las islas Marquesas.
Adicionalmente señala que el Ahu Vinapu, en Rapa Nui, está edificado en forma idéntica a las construcciones incas del Cusco. Indica que el rey tupa en Rapa Nui tomó el nombre de Mahuna-te Ra’á, que se traduce como “hijo del Sol”, en base a una leyenda Rapa Nui. Continua el relato “retornó a los dos años transportando consigo gente de color negro (que serían presos polinesios encontrados en Mangareva), sillas de lata (que sería realmente un trono de un material similar a la tumbaga, obtenido del reino de Chimú al finalizar el viaje), pellejos y mandíbulas de caballos (podían pertenecer a lobos marinos machos) que se conservaban en el fuerte de Sacsayhuamán.
Esta teoría es soportada por el viaje que hizo el excursionista noruego Thor Heyerdahl, llamado Kon-tiki en respeto a la divinidad incaica Viracocha, el creador del cosmos, pues Kon-tiki es una advocación del mismo.
Cuando Topa Inga Yupanqui conquistó la costa de Manta y la isla de la Puná y Túmbes, se supo de unos comerciantes que habían llegado por la mar hacia el poniente en balsas, surcando el mar a la vela. Ellos informaron de la tierra de donde procedían, que eran unas islas, con nombres Auachumbi y Niñachumbi, donde había cuantiosa gente y oro. Y ya que Topa Inga era de disposición y pensamientos elevados y no estaba satisfecho con lo que en tierra había logrado, decidió probar la feliz ventura que por la mar le tentaba.
Obras de Tupac Yupanqui
Este Inca fue quien comenzó en suelo ecuatoriano la labor famosa de los dos grandes caminos que provienen del Cuzco a Quito. Igualmente, se le asigna la creación de las valijas o correos, dispuestos en estas áreas del mundo antes de conocerse en Europa. Astuto y conocedor de su conducta, le encantaba ganarse el aprecio de los derrotados, despojándose de los distintivos reales y mostrándose con las vestimentas propias de cada nación, como si fuese su hijo nativo. Extendió cuantiosamente las fronteras de su imperio, llevando las armas triunfantes de los hijos del Sol hasta el punto donde el mundo se divide en dos hemisferios.
Igualmente, se le reconoce como obras importantes la derrota del Imperio Chimú, la profesionalización del Ejército inca y el haber sido el Emperador con más conquistas
Vestimenta
Los vestidos y decoraciones del emperador eran de la misma categoría de los que utilizaba el resto de la población, pero eran diferentes en cuanto eran más ricas y finas. Los accesorios de oro que utilizaba el rey en las orejas eran de mayor tamaño y de mejor calidad que los que portaban otros nobles. Los hombres también portaban accesorios, que cambiaban según el rango y la oportunidad en que eran vestidos: peines hechos con espinas, madera, orejeras y alfileres de cobre, plata y oro.
Los hombres llevaban un taparrabo, el wara cicoy, entre las piernas, ya que para las clases nobles tenía particular sentido la virilidad de quien lo viste. Una túnica sin mangas denominada uncu, y un manto y sandalias parecidas a las de las mujeres. Vestían una especie de poncho de nombre onka que, regularmente, era confeccionado en alpaca. Arriba de esta prenda, y en los días mucha frialdad, utilizaban una capa, igualmente tejida, llamada yacolla.
La gente llana vestía telas de lana de alpaca, a diferencia de los nobles que las vestían de lana sedosa de vicuña. Los hombres peruanos portaban un pequeño bolso bajo el manto, colgada del hombro. Este bolso servia para llevar hojas de coca para masticar y fetiches. En la región de los Andes la gente vestía gorros de punta, de lana o algodón. Los incas elaboraban sandalias con cuero del cuello de la llama. En otras regiones, las sandalias eran de lana o, de fibra de áloe.
Estos ropajes eran confeccionados exclusivamente para él por las “mujeres seleccionadas”. Las personas responsables de realizar los trajes eran las mujeres, en particular mujeres casadas ya que ellas únicamente se consagraban a cuidar su hogar.
JordanGlurl
Dia duit, theastaigh uaim do phraghas a fháil.