El Padre Juan de Velasco vivió en los tiempos de la Real Audiencia de Quito, sobrellevó la deportación de los jesuitas de los dominios españoles. Posterior a este suceso se exilió en Faenza, Italia, ciudad donde el Padre Joaquín Álvarez le encomienda redactar un libro sobre las crónicas del Reino de Quito.
Biografía de Juan de Velasco
Juan de Velasco nació en Riobamba en 1727, el 6 de enero, falleciendo en Faenza, Italia en 1792, un 16 de agosto. Sus padres fueron Juan de Velasco López y Moncayo, quien ejerció como alcalde de la ciudad, y de María Pérez de Petroche. Su familia era de clase adinerada, por este motivo sus padres estuvieron en capacidad de emplear a un tutor particular en 1732 para que le instruyera su educación básica.
Educación
Prontamente entró al Colegio de Jesuitas de Riobamba donde pudo terminar sus estudios primarios, descubriendo allí su inclinación por la vida religiosa. Exhibió una gran personalidad ya sea por su genio no tan común o por su carencia de cursis sensiblerías familiares a la hora de separarse de sus parientes. Lo anterior agregado a su condición social y económica, produjo que el nuevo alumno se conformara en uno de los más dignos pretendientes a alcanzar los sitiales más relevantes en todas las competencias escolares.
Mostró interés desde su juventud por la arqueología y la botánica, le encantaba oír los relatos que contaban algunos aborígenes relativos al paso de la libertad a la invasión española y a una existencia que nunca pensaron que llegaría. En 1743, el 14 de Diciembre se incorporó al Colegio San Luis en donde fue cordialmente recibido, puesto que directores e instructores tenían excelentes referencias de sus resultados de estudios en el Colegio de Riobamba. Prontamente le entregaron todas las directrices y requisitos para su nueva etapa de estudiante.
Para el ingreso a este colegio el pretendiente debía conjugar ciertos requerimientos, como ser hijo legítimo, de familia respetable, preferiblemente de sangre española, de clase social y económica alta y reconocida y en particular tener un talento demostrado. Para Juan de Velasco no hubo complicación de ninguna naturaleza, poseía demás en todos los aspectos.
Siendo parte de una sociedad que en su mayor parte ya se encontraba evangelizada y que tradicionalmente admitió la religión como un componente de sus creencias no se le hizo difícil instruirse en todo concerniente a la misma. Su interés era autentico y jamás se vio obligado o con la imposición familiar para escoger la vía espiritual. Todo lo opuesto, fue algo innato producto de mantener frecuente contacto con los jesuitas. Estaba impactado por lo avanzado de su educación y la calidad allí ofrecida, despertando esto su interés particular de formar parte de la organización religiosa.
En 1744 acude al Noviciado de Latacunga que era regentado por los jesuitas. Allí se instruyó en Letras, Humanidades y Retórica. Pudo conocer a dos notorios jesuitas de origen alemán de nombres Padres Carlos Brentano y Francisco Javier Zephiris, quienes tenían un interés particular por la botánica. Ellos habían residido un largo tiempo en la selva del Amazonas tuvieron gran influencia en Juan de Velasco ya que avivaron su pasión por la hidrografía de la zona oriental, así como de su flora y fauna.
Consagración Sacerdotal
El 23 de julio de 1746 hace sus votos como religioso para luego incorporarse al Colegio Máximo de Quito, lugar donde estudia Filosofía. Posteriormente ingresa a la Universidad San Gregorio en donde se instruye en Teología y recibe un doctorado al unisonó que es titulado como Sacerdote.
El Padre Juan de Velasco habitó en la Real Audiencia de Quito a través del siglo XVIII, y tras ungirse como sacerdote jesuita comienza su trabajo de evangelización por diversas colectividades indígenas. Allí empieza a mostrar interés por los relatos y anécdotas que le narraban sobre los antepasados. Gracias a ello inicia una investigación que le toma cerca de 20 años viajando por diferentes sitios del territorio recabando tanta información como le fuera posible. No obstante, para 1767 los jesuitas son desterrados de las colonias de España y es el momento dilemático sobre llevar si llevar o no sus escritos consigo.
Se establece en Faenza, Italia en donde vivió el resto de su existencia tras el exilio. Con extrema dificultad pudo proseguir inmerso en la pobreza, hasta que el Padre Joaquín Álvarez le solicita redactar un libro el cual se titularía “Historia del Reino de Quito”. No siendo éste su único libro ciertamente fue el más polémico.
Ingreso a la Compañía de Jesús
La Compañía de Jesús fue creada por San Ignacio de Loyola en 1540 y fueron 8 los jesuitas pioneros que arribaron a lo que en la actualidad es el Perú en 1568. El 28 de julio de ese mismo año se asentaron 4 jesuitas en este territorio, razón por la cual la Real Audiencia de Quito emitió una autorización oficial dándole la bienvenida a la Compañía de Jesús. Una casa localizada en Santa Bárbara fue acomodada para su estadía.
Los jesuitas eran muy instruidos por lo que, en 1588, fundaron el Colegio San Luis para poder enseñar sus conocimientos y para entenderse mejor se vieron apremiados a aprender quichua lo cual les fue de utilidad particularmente a la hora de evangelizar.
Los institutos educativos dirigidos por los jesuitas eran de acceso libre, no obstante, para su mantenimiento disponían de una gran cantidad de haciendas. La más importante se encontraba en el Valle del Chota (actual Provincia de Imbabura), la cual había acaparado el sembradío de caña de azúcar. Para la ejecución de las tareas agrícolas necesitaron adquirir personas (como esclavos), proceder que para aquellos tiempos se tenía como normal y admisible.
El dinero obtenido no solo era de utilidad para las instituciones, sino que igualmente se utilizó una parte importante para el levantamiento del templo de la Compañía de Jesús que se terminó en 1766, un año previo a su destierro. La mayor parte de los jesuitas siempre mantenían un perfil de acatamiento y respeto a la legalidad permaneciendo alejado de los escándalos que solían protagonizar otras comunidades religiosas.
Pasados 150 años desde su creación la Compañía de Jesús había logrado un notorio prestigio, ya que gran cantidad de los estudiantes que se instruyeron en sus instituciones devinieron en destacados catedráticos. Estos se consagraron a redactar libros sobre espiritualidad, teología, filosofía, ciencia y literatura, dando relevancia a personalidades como Nicolás Crespo, Jacinto Serrano, Juan Bautista Aguirre y el padre Juan de Velasco.
Los jesuitas también emprendieron varias misiones donde destacaba por su importancia la efectuada por el Marañón o Amazonas. Esta expedición la encabezó Raimundo de Santa Cruz, quien alcanzó el río Napo. Fueron cerca de cuarenta años de exploraciones en los que hizo parte el distinguido y destacado cartógrafo Samuel Fritz. Fue éste quien en 1707 elaboró un plano denominado “El Gran Río Marañón o Amazonas con la Misión de la Compañía de Jesús”.
Los jesuitas fueron, sin duda, de los más cultos religiosos, pues, su prioridad siempre fueron sus estudios para impregnarse de entendimientos que posteriormente compartirían. Por ello regularmente se les encargaba de las posiciones pedagógicas. La aparición de la Compañía de Jesús definió un período muy relevante durante el progreso de la Colonia, pues todo lo pertinente a ellos, en particular lo educativo y cultural, era muy valorado no solo en su territorio sino igualmente fuera de él, recibiendo así la estimación y atención de todos. El Padre Juan de Velasco sintió atracción por ello y decidió unirse a los jesuitas.
Labor como Sacerdote Jesuita
Las labores en el Convento se realizaban en equipo, respetando los horarios y regulaciones de la Orden, sin poder apartarse de su agenda personal. El esquema de trabajo del Padre Juan de Velasco en los años siguientes a su ordenación como sacerdote, se han de simplificar en 3 puntos: primero fue la docencia en los Colegios de San Luis, Seminario y en la Universidad de San Gregorio; en segundo lugar, su actividad específicamente como sacerdote y religioso en el mismo templo de la Compañía y en varios otros en Quito, y en tercer lugar los sermones y alabanzas.
El Padre Juan de Velasco tuvo prioridad por dar servicio a los mendigos enfermizos de las casas de salud y su ocupación sacerdotal en el Hospital “San Juan de Dios” fue a la que más decididamente se dedicó.
Su existencia como religioso sería la mayor inspiración para iniciar su recorrido de dos décadas para recolectar información, relatos, alegorías y leyendas de las cuales se sirve para redactar sus esplendidas obras. Cuenca fue el sitio inicial en donde llegó el Padre Juan de Velasco, y es a un colegio para desempeñarse como docente y religioso. Su misión primordial era adoctrinar a los pobladores naturales de la ciudad, lo cual no se le hizo complicado por su capacidad de hablar quichua que aprendió en su infancia. No obstante, al pasar del tiempo lo fue optimizando hasta su dominio total.
En 1760 es remitido a Ibarra en donde es designado como funcionario procurador de la casa jesuita y prefecto de la Congregación de Nuestra Señora de la Luz. Su capacidad para hablar en quichua con los habitantes le permitió realizar una aproximación mas fraternal con ellos. Esto le colocaba en posición de aprender mucho sobre sus usanzas y quehaceres diarios, ya que allí aun estaban vigentes las labores en las haciendas.
Aunque se preocupaba por la búsqueda de información, escritos y novedades, jamas dejo sin atención su posición de administrador de las viviendas y haciendas de la Compañía. Ejecutaba su actividad sacerdotal de forma eficaz, instruía catecismo, se inquietaba por el bienestar espiritual de los presos a quienes les proporcionaba confesión.
Los jesuitas usualmente no se involucraban en ninguna clase de escándalo, a diferencias de otros grupos religiosos. Por lo anterior, se les reconocía un mejor prestigio y aprobación en la Real Audiencia. El Padre Juan de Velasco no era menos, ya que muchos lo definían como un individuo muy tranquilo y al sitio adonde iba generaba grata impresión y era apreciado por muchas personas.
Hizo un raudo viaje a Quito, registrándose como la ultima visita que realizaría a esta ciudad. Su destino final fue Popayán al cual fue remitido por dos motivos primordiales, siendo el primero la continuación de su labor de recolecta de información para su narración y el otro seria por el clima el cual era favorable a su estado de salud, la cual se hallaba malograda.
Popayán en esos tiempos era parte de la Real Audiencia de Quito y su llegada fue al colegio de esa ciudad en el año 1762, donde instruyó en la cátedra de filosofía. Es allí donde redacta una obra de nombre “Tratado de Física”. A través del Virreinato del Perú fue docente de cátedra en la Universidad de San Marcos.
El Padre Juan de Velasco supo distinguir su predisposición siendo muy joven. Se aprecia en él su abnegación y entrega a la hora de ejecutar de forma debida cada una de las tareas que le asignaran sus supervisores. Igualmente, dispuesto estaba a trasladarse a los sitios que le remitieran sin desacuerdo alguno, lo que implicaba para él un esfuerzo inmenso ya que estaría alejado de su familia. Solo mantenía contacto con ellos mediante cartas, y en algunas oportunidades tenia la posibilidad de reunirse con su madre al viajar a su ciudad natal.
Es conocido el dominio que la religión ejercía sobre los pobladores, particularmente sobre los indígenas quienes siempre fueron la parte más desvalida de la sociedad, a pesar de que ayudaban al Padre Juan de Velasco en su investigación. Ya se ha destacado el alto nivel de cultura de los religiosos de la Compañía de Jesús, de lo cual eran los mejores representantes. A cualquier lugar aislado de Quito adonde hubiese una misión jesuita se fundaron escuelas para compartir su erudición, esta era una de las metas primordiales que debían alcanzar.
Expulsión de los Jesuitas
A las horas iniciales del 16 de agosto de 1767, José Diguja quien era mandatario de la Real Audiencia de Quito, siguiendo lo decretado en la cédula Real firmada por Carlos III, desterró a los jesuitas de los regiones bajo el control español. Esta decisión tuvo como razonamiento la acumulación de poder por parte de los jesuitas a quienes adicionalmente se les culpaba de servir a la iglesia romana ya que estaban de acuerdo con la hipótesis del regicidio.
Esta teoría establecía la custodia de los derechos únicos de la corona en sus vínculos con la iglesia. El regicidio se entiende como el fallecimiento o asesinato de un rey. Igualmente, se les acusaba de promover el laicismo en los colegios y universidades. Agregado a ello, el rey Carlos III no deseaba que jesuita alguno continuara en los espacios bajo su yugo tras lo sucedido en Madrid.
En Popayán se pidió a todos los jesuitas reunirse en los salones donde instruían clases de Filosofía. A partir de las cuatro de la madrugada soldados del ejército rodearon el colegio tras recibir orden del Gobernador Don José Ignacio de Ortega, quien la emitió. A todos los jesuitas incluido el padre Juan de Velasco se les retuvo prisioneros en el colegio alrededor de 24 horas.
En ese tiempo, deberían envolver sus posesiones, no podrían aceptar visitas y, coincidencialmente siendo domingo ese día, tenían prohibido ofrecer misa. El 17 de agosto partieron hacia el destierro y como les ocurrió en España, únicamente pudieron recoger su ropa, tabaco, chocolate y sus textos, el resto fue confiscado.
Los jesuitas empezaron su camino hacia el exilio rodeado de llantos, gemidos y lamentos de los pobladores quienes se hallaban pasmados con tal decisión. El Padre Juan de Velasco en su texto “Historia de la Compañía”, narra la serie de complicaciones que les surgieron en el camino. Hasta 47 de sus colegas murieron en la travesía, para el 24 de octubre de 1768 llegar a Faenza, Italia, donde él y algunos de sus colegas se asentaron de manera definitiva.
Con la deportación de los jesuitas de España era muy posible se ordenara en los Colonias igual medida. Tardó algunos meses para que la orden arribara a latinoamérica, no obstante, no se le esperaba ya que al parecer no había basamento especifico para tan radical resolución. Más ello no fue limitante ya que al final la deportación se efectuó del mismo modo como sucediera tiempo atrás en España.
La Compañía de Jesús disponía de algunas propiedades y muchos elementos de valor que no alcanzaron a portar consigo. Disfrutaban de un gran patrimonio, el cual hubo de quedarse en la Real Audiencia de Quito. Para muchos pobladores se convertía en una real aflicción la determinación tomada, pero nada la revocaría. Mas aún, el día que debían retirarse no se les permitieron visitas ni obsequios de cualesquiera procedencias, solo podían llevarse las pocas posesiones que se les aprobó cargar en su equipaje.
Tras ese día lo único que se mantenía de los jesuitas fue los establecimientos que edificaron en distintas regiones de la Real Audiencia de Quito, los cuales inmediatamente fueron apropiadas. Diversos proyectos iniciados en Quito quedaron sin terminar ante esta irrevocable decisión.
La deportación de los jesuitas de la Provincia Quítense, al igual que de los territorios de América y otros Continentes, conformó, incuestionablemente, uno de las más grandes perdidas que sobrellevo el país en los tiempos de la colonia. Descartando cualquier error de naturaleza humana, los jesuitas a la hora de organizar eran magníficos, no solo en lo referente a sus Conventos y Colegios, sino que adicionalmente fomentaban de manera eficaz el avance económico y social de Quito y de toda América.
El Padre Juan de Velasco tubo que apartarse en contra de sus anhelos del terruño que lo vio nacer y crecer. De las situaciones de mayor dolor que enfrentó, la que le desconsoló más fue no volver a estar con su familia excepto unos sobrinos que era parte de su mismo grupo religioso.
Su travesía se complicó más debido a la expatriación de los jesuitas de Portugal, Francia, España y sus colonias, ya que la Santa Sede no podía recibir a tantas personas debido a los costos elevados para su manutención. Durante el viaje al exilio muchos de ellos fallecieron motivado a enfermedades producidas por el hambre. Igualmente fueron afectados por las altas temperaturas al momento de ser trasladados en modestas barcas hacia Italia. Algunos de sus propietarios al alcanzar tierra firme tomaron la decisión de abandonarlos alegando que su días de contrato habían finalizado.
La Santa Sede hubo de participar pronta y eficazmente para lograr la reubicación de los religiosos en distintas zonas de Italia. A muchos pobladores no les agradaba esta determinación, no obstante, dadas las circunstancias tuvieron que admitirla y aceptar convivir con ellos. Aunque se les asigno un espacio predeterminado para poder habitar, nunca fue fácil sobrellevar la situación.
Exilio en Faenza
El Padre Juan de Velasco se radicó finalmente en Faenza donde hubo de experimentar restricciones ya que tenía extremas necesidades, particularmente económicas, lo que le sometió a vivir en condiciones de pobreza. No obstante, manteniéndose leal a sus creencias admitió el encargo de redactar “La Historia del Reino de Quito” encomendado por su superior el Padre Joaquín Álvarez.
El Padre Álvarez le escogió por dos primordiales razones; la primera fue por el extraordinario estudio que realizó de los sitios donde cumplía con su trabajo religioso y la segunda porque era nativo del lugar en donde se pensaba existió ese gran Reino. Encomendada la tarea, él comenzó con gran pasión la escritura de la obra reconociendo que la tenia adelantada ya que antes del exilio ya la había iniciado.
Aun así, optó por hacer viajes, recabar información y asesorarse con sus colegas jesuitas, ya que todos ellos tenían gran formación permitiéndose darle consejos para la culminación de la obra de manera exitosa. A través de los viajes que realizó en Faenza halló 13 libros y escritos que no llegó a conocer en América. A la larga fueron 55 documentos de los cuales extrajo importante información.
Pensamiento del Padre Juan de Velasco
El Padre Juan de Velasco era un estudioso de la naturaleza de hace informes de las mismas de casi doscientos cincuenta años, tenia un amplio entendimiento de las ciencias naturales y para serlo tuvo que sacrificarse, no solo física sino mentalmente. Recolecto la mayor cantidad de especies botánicas y zoológicas, realizó estudios detallados de sus características y los clasificó a su estilo, en orden alfabético, por uso o por cierta similaridad entre la multitud de especímenes.
Se le describe al Padre Juan de Velasco como tal, debido a su claro interés por la naturaleza, al nivel de ejecutar un estudio meticuloso de ella para poder redactar su propio texto llamado “Historia Natural”. Por otro lado, Velasco ocupa un lugar singular dentro del humanismo culto de Hispanoamérica. Su utopismo es un aspecto de aquel humanismo que le llevó a una consideración incoherente de ciertos asuntos particularmente económicos, además posee características evidentemente románticas lo que explica su atracción por la lectura y la literatura”
Se dice que el Padre Juan de Velasco era una persona culta, ya que se refiere continuamente a los ideales de la Ilustración que fueron incorporadas en América desde el arribo de la Misión Geodésica. Por ese motivo en su formación pudo acceder a algunos de los libros que llegaban de forma furtiva, en muchos casos, a la Real Audiencia de Quito. Esos textos le facilitaron forjarse un ideario muy progresista para la época.
El Padre Juan de Velasco dispone de un pensamiento parecido a otros estudiosos en la noción de ¿qué es el tiempo pasado para historiarlo?. Introduce en su obra lo siguiente: “La Historia Antigua del Reino de Quito es así de incierta y difusa mientras mas nos adentramos en sus orígenes, ya que como las historias de América en su totalidad están cubiertas por las tinieblas del desorden primigenio. Las creencias poco iluminan, pero tomadas sin crítica y discretamente, combinadas con leyendas y con historias a base de cálculos, proveen un resultado impreciso y dudoso”.
De allí señala el mismo Padre Velasco, que de todo lo redactado de los tiempos primeros, solo destacará aquello que le parezca mas ajustado o menos mal fundamentado, sin lastimarse en ser custodio de su verdad. El Padre Velasco tiene un ideario autentico pero dirigido específicamente al indigenismo, en otras palabras, destaca grandemente la validez de las los relatos, leyendas y ficciones narradas por los indígenas de aquel tiempo. No obstante, afirma que gran parte de sus trabajos tiene como base eventos carentes de fundamentación.
Puede decirse que el ideario del Padre Juan de Velasco fue influido por varios tópicos que han sido expuestos previamente. No es fácil definir hacia donde quería dirigirse, ya que su existencia estuvo determinada por la religión, la cual fue fuertemente criticado. A pesar de ello, por todo lo realizado como devoto tuvo la ocasión de aproximarse a quienes le asistieron a redactar una historia no fundamentada. De allí y de modo general y cubriendo todas los áreas que impactaron en su vida y su postrera herencia se puede decir que el Padre Juan de Velasco tuvo un razonamiento social.
Historia del Reino de Quito
Fue una antigua nación indígena de existencia muy discutida y nada probable que, de acuerdo al padre Juan de Velasco, fue establecido a finales del siglo VII habitando grandes regiones de los espacios andinos ecuatorianos, de Imbabura a las proximidades de Cañar. De acuerdo a su relato, fue creado por los indígenas Caras quienes, tras arribar a las orillas de Manabí, guiados por Carán escalaron hacia la serranía y, tras abatir a los Quitus, se establecieron en la zona su asentamiento principal en donde hoy se halla la ciudad de Quito.
Sus pobladores, llamados Quitus, incultos y frágiles, tenían un dominio pequeño y mal estructurado, por lo fueron incapaces de resistir de forma vigorosa a los ocupantes, por lo que fueron derrotados y sometidos por ellos. De acuerdo al padre Juan de Velasco, los Quitus fueron dominados por los Shyris, que habitaron y absorbieron al Reino de Quito controlándolo por más de 700 años, pero hoy en día se ha comprobado que estos, así como el Reino de Quito, nunca existieron.
Las dimensiones territoriales del tan polemizado Reino de Quito no se han determinado, ya que Velasco lo acota localizándolo exclusivamente en la zona de Quito e inmediaciones. En “un cuadrado de 50 leguas de este a oeste y de norte a sur… entre las dos Serranías de los Andes…”. En su relato el mismo padre Velasco indica más adelante:
“Se situaba este pequeño Reino en el corazón de más de 50 naciones mayores y menores, casi todos soberanos…”. Este último párrafo certifica que estos últimos no eran parte de tal reino. Definitivamente, pareciese que el Reino de Quito solo ocurrió en la fantasía indetenible y romántica del padre Juan de Velasco, quien incluso destaca algo en otro texto suyo, ratificando que en su trabajo hay cosas que no son comprobables y que sencillamente tienen posibilidad de ser verdaderas. En su libro también hace referencia a “lo que luce más acorde, o menos mal fundamentado, sin persistir en avalar la verdad”.
La narración que nos legó el padre Juan de Velasco fue sencillamente una obra de ficción. Pero, lo más desolador es que, conociéndolo desde hace muchos años, los encargados de la educación aún dan vida al Reino de Quito. Y lo permiten como si fuese una verdad histórica que, definitivamente, está llena de engaños y ficciones patrioteras.
Las naciones que poblaron la zona de ese inexistente Reino de Quito fueron agrupaciones o alianzas de modestos pueblos repartidos por la cordillera andina, que luego conquistaron los Incas entre 1460 y 1480. Dicha invasión la comenzó Tupac-Yupanqui y la afianzó su hijo Huayna-Cápac.
Es prudente indicar que, en 1918, una Comisión del Consejo General de Educación Pública resolvió que debía retirarse de la historia del Ecuador el capitulo concerniente a los Shyris, ya que: “las seis páginas que exponen la prehistoria ecuatoriana destacan como reales los eventos que hoy día están reconocidos como falsos o al menos llenos de dudas por las autoridades educativas de la Historia nacional”.
Riobamba
Riobamba es referido como el lugar donde se toma la determinación de invadir el lugar conocido como Reino de Quito y fundar allí una ciudad que oficialmente, para el reino español, seria establecida al final como San Francisco de Quito.
Se hallaban Diego de Almagro y Sebastián de Benalcázar en Riobamba, y expuso el primero que, en ese instante que cuando estuvo en Piura fue notificado de que Pedro de Alvarado también era de la idea de invadir el Reino de Quito, por lo que resolvió iniciar el viaje prontamente para apersonarse antes de que alguien más se apoderase del territorio que era tan apetecido.
Fue el 15 de agosto de 1534 cuando hallándose Alvarado en Colta que dispone fundar por vez inicial la ciudad de Quito con el titulo de Santiago de Quito, con 63 españoles de registro legitimo como pobladores de aquel sitio. Luego arriba a Riobamba y se reúne con Diego de Almagro y Sebastián de Benálcazar enterándose que Quito había sido ocupada por esos conquistadores anteriormente y decide no colocarse en posición contraria a ellos sino plegarse a su ejercito tras una oferta en dinero que le hizo Almagro.
Al aceptar este acuerdo Alvarado se coloca en camino a el Cuzco para solicitar a Pizarro que le diera 100.000 pesos como su parte de lo pactado en Riobamba. A cambio Benalcázar le encarga la tarea de que se traslade a la antigua capital de los Schyris para que, sobre sus escombros, funde legalmente la ciudad. Las tropas de Alvarado se separaron marchando algunos con él al Cuzco y otros con Benalcázar, soportando estos últimos ser humillados por los demás al tildarles de vendidos.
En la historia se muestran presentes dos soldados crueles que vinieron junto a Alvarado, el primero Juan Ampudia, marchó con Benalcázar y él fue quien rastreó, atrapó y mató a los soldados de Rumiñahui, y el otro fue Juan Herrada que, fue al Perú, y al no aguantar la derrota de Alvarado por la ocupación del Reino de Quito, se desplazó a Cuzco en el mes de junio de 1541 y mató a Francisco Pizarro.
Al final, Benalcázar tras cuatro meses de viaje desde Riobamba alcanzó Quito, lugar donde el 6 de diciembre de 1534 sembró una cruz y la espada como emblemas de dominio religioso y civil de los invasores. A posteriori comienza el ceremonial de fundación de la ciudad a quien en homenaje a Pizarro resuelve colocar el título de San Francisco de Quito, quedando así fundada oficialmente la ciudad.
Padre Juan de Velasco
El Padre Juan de Velasco es uno de los historiadores más polémicos, primordialmente por los trabajos que redactó a través del siglo XVIII, y en particular por la “Historia del Reino de Quito”. No obstante, el basamento teórico de las investigaciones que efectuó a través de dos décadas, recorriendo lugares, oyendo leyendas y relatos de los indígenas, ya sean mito o realidad lo escrito, son aportes que sirven para el debate, la indagación y la restauración de la historia previa de la invasión española y la Colonia.
El siglo XVIII fue el periodo de la Real Audiencia de Quito, que, tras la invasión española y la implantación de la Colonia, cambio de forma trascendental tanto social como cultural, económica y políticamente. La cultura experimenta un quiebre abrupto y se instaura una totalmente nueva con la cristianización. Fue un tiempo cuando la educación era excepcional y para lo cual se usaron patrones educativos de Europa.
Previo el arribo de los españoles no había libros ni escritura, no obstante, haberla establecida la Corona española, no permite que se redacten textos sobre las injusticias y barbaridades ejercidas sobre los indígenas y solo se autoriza lo escrito por los Cronistas de Indias. Uno de los escritores que muestra interés por exponer una historia que incluya a las naciones previas a la llegada de los españoles es el Padre Juan de Velasco. Esta inclinación se fortalece al terminar sus estudios de Gramática y Lenguas Indígenas.
No obstante, tras haber recolectado la información solo comienza a redactar luego de llegar a Italia, después que los jesuitas fueron desterrados de las colonias. En los inicios de la República de Ecuador, sus textos fueron admitidos e impresos y se usaron de referencia para enseñar historia previa al arribo de los españoles.
No existiendo otras fuentes de comprobación de los sucesos que ocurrieron antes de la Conquista, el relato que el Padre Velasco ha expuesto se ha alcanzado por las abundantes averiguaciones realizadas y el análisis de los objetos hallados en variados lugares. Debido a lo anterior, aún persisten vacíos e incoherencias en la narrativa de la historia, por ello, en la medida que se develan cosas u objetos se vuelven a redactar los eventos que pudieron ocurrir.
En los días actuales, el relato del Padre Juan de Velasco es muy polémico, ya que no existen suficientes evidencias de su originalidad ni tampoco como para descartarlo totalmente. El debate sobre su obra es aun grande, a pesar de que sus trabajos no se usan ni forman parte de los contenidos educativos, la misma signó una instrucción ejercida a través de generaciones.
Obras de Juan de Velasco
- Historia Natural del Reino de Quito
- Historia Moderna del Reino de Quito y Crónica de la Provincia de la Compañía de Jesús del Mismo Reino
- Colección de Poesías hechas por un ocioso en la Ciudad de Faenza
- Relación Histórica y Apologética dedicada a Nuestra Señora de La Luz
- Tratado de Física
- Carta Geográfica del Reino de Quito
- Vocabulario de la Lengua Peruana-Quitense llamada lengua del Inga
- Tres Cartas al Padre Lorenzo Hervas y Panduro sobre lenguas de indios
- Numerosos sonetos, décimas y octavas
Paula Romina Aguilar Mora
GRACIAS